jueves, 14 de abril de 2011

CAPÍTULO XXIV. CARDENIO CUENTA SU HISTORIA



 Empezó a hablar el Roto dándole las gracias a don Quijote por el interés que había mostrado. Le responde don Quijote que se había prometido no irse de aquellos lugares sin saber cómo le podría ayudar, pues si la desventura que lo había llevado allí tenía consuelo, pensaba llorar con él, pues “todavía es consuelo en las desgracias hallar quien se duela de ellas”. Le pide que le diga quién es y qué lo ha llevado allí, a lo que responde el Roto que se lo contará todo, pero que previamente le den algo de comer.

Le dieron de comer y lo hizo como persona atontada, de prisa y engullendo más que tragando. Cuando terminó, se sentaron en un verde prado;  el joven les dijo que les contaría su historia, pero que no lo interrumpieran con preguntas, pues lo que le había ocurrido le provocaba tanto daño, que el detenerse en las desgracias, las aumentaba.

Dijo que se llamaba Cardenio, nacido en Andalucía y era de noble linaje. Lo había llevado allí, en ese estado, su desventura amorosa con Luscinda. Era esta una joven, y hermosa mujer de desde niño estuvo enamorado. Se veían con mucha frecuencia y su padre aceptaba este hecho; pero para evitar las murmuraciones de la gente, les prohibió que se vieran con tanta asiduidad, impidiéndole la entrada en su casa. Esto intensificó el deseo de estar juntos, porque “aunque pusieron silencio a las lenguas, no le pudieron poner a las plumas, las cuales con más libertad que las lenguas suelen dar a entender a quien quieren lo que en el alma está encerrado”. Por esta razón se escribían contándose sus sentimientos

Decidió pedirla por esposa, pero tuvo que aplazar el casamiento porque cierto día cuando llegó a su casa, el duque Ricardo, grande de España,  le pidió a su padre que el joven fuera a su casa como compañero de su hijo el mayor. Allí se marchó sin olvidarse jamás de su amada. Fue muy bien tratado por el duque, pero conoció y trabó estrecha amistad con el hijo menor, Ricardo. Este, gallardo, gentil y liberal le prometió el matrimonio a una joven labradora de su padre, pero no lo hizo y sí la gozó. Para que no se enterara el duque, decidió marcharse del pueblo, pidiéndole a Cardenio que lo acompañara. Se fueron al pueblo de Cardenio. Este, entusiasmado porque volvería a ver a Luscinda, le contó a Fernando sus relaciones con ella, sus virtudes y hermosura. Cierta noche acompañó Fernando a Cardenio a casa de Luscinda; cuando Fernando la vio, se enamoró de ella. Después de oírle nombrarle sus alabanzas empezó Cardenio a sentir celos. Se escribían Cardenio y Luscinda notas. En una de ellas, esta le pedía el libro de caballerías que más le gustaba: el Amadís de Gaula

Cuando don Quijote oyó esto, reaccionó de inmediato alabando el buen entendimiento de ella. Cardenio, después de estar un rato callado comentó que uno de los episodios de Amadís no se correspondía con la verdad. Esto irritó a don Quijote y lo llevó a retar a Cardenio. Este, enfurecido, con una piedra golpeó a don Quijote y cayó al suelo. Sancho quiso defenderlo y también quedó malparado; igual le ocurrió al cabrero.

Sancho le recriminó al pastor que no le advirtiese de la locura del Roto. Se enzarzaron el cabrero y Sancho en una pelea, interviniendo don Quijote para tranquilizarlos. Quiso don Quijote saber dónde podría encontrar al Roto, el cabrero le dijo que por aquellos contornos.



Comentario

En este capítulo conviene resaltar los siguientes hechos:

a) La historia de Cardenio y Luscinda. Conviene preguntarse por qué nos volvemos a encontrar otra vez con un loco como protagonista de la novela. La crítica (Rodríguez Marín, Américo Castro, Luis Rosales) coincide, con matices, en señalar que la figura del loco tiene una gran tradición en la Literatura, pues dicen la verdad; con él se puede enfrentar el escritor a la realidad social, criticarla y denunciarla: de otra forma sería imposible.

b) Como demuestra el investigador y crítico colombiano, Ernesto Porras Collantes, en su análisis de las novelas intercalas en El Quijote, todas mantiene una estructura paralela con el libro.

b.1 En esta novela se da el mismo tipo de locura entre don Quijote y Cardenio: en los dos se va alternando episodios de locura con cordura;

b.2 Tanto don Quijote como Cardenio son defensores del matrimonio

c) Sobre esto último es conveniente volver a tener en cuenta la opinión de Américo Castro. Dice Castro que “cada observador posee un especial ángulo de percepción, en función del cual varían las representaciones y los juicios”. Estos pueden ser ciertos o erróneos. Cuando el personaje interpreta mal una realidad moral, las consecuencias son dramáticas o trágicas. Fernando interpretó mal la realidad moral y sus consecuencias fueron dramáticas.



    

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