jueves, 4 de agosto de 2011

SEGUNDA PARTE. CAPÍTULO V. DE LA DISCRETA Y GRACIOSA PLÁTICA QUE PASÓ ENTRE SANCHO Y TERESA



Sancho ha ido a su casa a decirle a Teresa que va a iniciar con don Quijote su tercera salida. Los razonamientos de Sancho distan bastante de lo que de él se conoce: algunos de ellos dan la impresión de ser una persona culta. Por esta razón, dice el traductor de la historia que parece apócrifa.
Sancho llegó alegre y contento a su casa, tanto que su mujer le preguntó por qué ocurría eso. Este contestó que si por una parte iba contento, por otra se sentía triste, pues tenía que dejar a los suyos para emprender la tercera salida con don Quijote; esto era el precio que tenían que pagar los pobres si querían progresar en la vida. A él no le gustaba, pero no había más remedio. Le pide que en los tres días que quedan que cuide bien del rucio, pues les esperan difíciles jornadas. Sin embargo, la esperanza de verse gobernador de una ínsula lo merecía todo.
Dado que Sancho insistía en ser gobernador, su mujer lo tranquilizó diciéndole que no se preocupase tanto por ascender en la sociedad, pues eran mucho los que pensaban desde el refrán: “ Viva la gallina, aunque sea con su pepita”(Es mejor vivir, aunque sea con dificultades, que no pasarlo mal por querer mejorar). Le dice que son muchos los que viven sin gobiernos y no por eso dejan de ser personas; el pobre tiene una ventaja: puede adaptarse a todo; lo explica con el refrán: “La mejor salsa del mundo es el hambre; y como ésta no falta en los pobres, siempre comen con gusto”. Sin embargo, Teresa tampoco pierde la esperanza y le dice que si llegara a ser gobernador, que se acuerde de Sanchico, que tiene que ir a la escuela si su tío el abad (tío, según la época es probable que no indique parentesco, sino de protección o tutela) le ha de dar entrada en la Iglesia. También de su hija Mari Sancha, que quiere casarse y “mejor parece la hija mal casada que bien abarraganada”. (amancebada)
Insiste Sancho en que cuando sea gobernador casará a su hija con uno de este estado; sin embargo, Teresa  se opone, argumentando que el casarla con uno de posición  superior, le traerá problemas. Lo más tranquilo, según  ella es casarla con uno de su misma condición social, según el refrán “Al hijo de tu vecino, límpiale las narices y mételo en tu casa” (Casa a tu hija con uno de su misma clase).
Sancho, que se ve gobernador, despotrica contra Teresa por no tener miras más altas, y argumenta que “el que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, no se debe quejar si se le pasa” ( es decir, cuando el viento o la fortuna viene a favor, hay que dejarse llevar por él) ,Sigue Sancho insistiendo en que cuando él sea gobernador, toda la familia mejorará en su  condición social, pero Teresa opina lo contrario. Quiere ser como le llaman “Teresa Panza”, pues como dice el refrán “allá van reyes do quieren leyes” (allá van leyes, donde quieren reyes: los poderosos imponen la ley; da entender que así la bautizó su padre y así seguirá ella, sin ningún tipo de don).  Persiste Teresa en sus ideas y dice que ni ella ni su hija se moverán de su aldea, de acuerdo con el refrán “la mujer honrada, la pierna quebrada, y en casa; y la doncella honesta, el hacer algo es su fiesta”. ( Teresa hace uso de unos refranes muy de la época: las mujeres ejemplares han de salir poco de casa. El segundo refrán aconsejaba mantener distraídas y ocupadas a las doncellas para alejarlas del sexo y del vicio)
Sancho, dirigiéndose a Teresa la llama "bestia, mujer de Barrabás, animal", le replica que no ha entendido nada; que lo refranes que ha dicho no vienen a cuento y que solamente aspira a que su hija tenga una buena posición social y ella no quiere llevar ningún don encima. Al preguntarle que por qué se opone a esto, contesta Teresa que el refrán “!Quién te cubre, te descubre!”, lo dice todo;(  Es decir, si Teresa se casara con un conde, se reirían de ella por no saber comportarse socialmente y de ella dirían cuando pasara "Mirad qué entonada va la pazpuerca (la pedazo de puerca)
Sancho también persiste en su idea, argumentando que ha oído decir al padre predicador que viene al pueblo que lo importante es el aspecto que presentamos en el presente: “Todas las cosas presentes que los ojos están mirando se presentan, están y asisten en nuestra memoria mucho mejor y con más vehemencia que las cosas pasadas”. De lo anterior concluye que si la persona viste bien y es cortés y educada, nadie se acordará del “borrador de su bajeza”. Le corrige a Teresa varias prevaricaciones idiomáticas y después de decirle que le mandará dinero cuando sea gobernador, se marcha a ver a don Quijote “para dar orden en su partida”.

Comentario-

El catedrático de Historia de la Lengua Española de la Universidad de Madrid, Rafael Lapesa, comenta este capítulo focalizando su explicación en la calificación de Cervantes de "discreta y graciosa plática": Sancho quiere convencer a Teresa de la importancia de su salida con don Quijote y para ello le dora la píldora de su conveniencia;  Teresa, nos da su versión personalizada de "menosprecio de corte y alabanza de aldea". Sobre esta contraposición de puntos de vista de los personajes se articula el capítulo. 
Sancho, que tiene un afán desmedido de ascender en la escala social, basa sus razones en su porvenir y en el de sus hijos; Teresa, mucho más realista, no cree en las fantasías de grandeza de su marido, pero se resiste a que su hijo sea un pobre labrador y su hija una pobre sirvienta; por lo tanto, desea que su hijo pueda ingresar en la Iglesia y su hija, tener un buen casamiento.
Los rasgos propios del conceptismo cortesano que Sancho ha aprendido de don Quijote, se combinan con el habla coloquial de de Teresa, hasta el extremo de que no sabe interpretar los referentes lingüísticos de Sancho. El habla de Teresa está salpicada de refranes, apelativos populares  (Lope Tocho), sufijos despectivos, condazo, caballerote. 
La forma en la que se expresan los dos interlocutores, dice el profesor Lapesa,  hacen de este capítulo "una joya del lenguaje coloquial en la literatura española"

Este capítulo lo podemos leer como un texto de crítica social. Como muy bien sostiene Muñoz Machado en Cervantes, pág. 138, "la sociedad estamental en la que vivió Cervantes era prácticamente impermeable al ascenso social, al cambio de estatus y linaje" . Sancho le dice a Teresa que quiere salir con don Quijote por la necesidad que tiene de ganar dinero y mejorar la condición social de su familia, si don Quijote lo hace gobernador de una isla como le ha prometido. Teresa le contesta con una abundante cantidad de refranes que dejan constancia de que su clase social tiene que aceptar el estrato humilde en el que ha nacido:  "Viva la gallina aunque sea con su pepita( es mejor vivir aunque sea con  incomodidades) , "La mejor salsa del mundo es la hambre; y como ésta no falta a los pobres, siempre comes a gusto."
Lázaro Carreter en el artículo "La prosa de El Quijote" demuestra por qué con esta obra se funda la novela moderna. Asume el principio del crítico literario y filósofo del lenguaje ruso, Mijaíl Bajtin en torno a la relación tan estrecha que existe entre el descubrimiento de lo cotidiano como objeto del relato y la polifonía lingüística, es decir, la variedad de voces que hallamos en el texto. En ese artículo le dedica finas observaciones al diálogo que Sancho mantiene con su mujer. Por lo pertinente del mismo, lo incorporo a este comentario.

"Cervantes se adueña -había aparecido antes en la expresión de  Celestina, Lozana y Justina- definitivamente del recurso del chaparrón refraneril como estímulo cómico, cuando lo ha hecho pasar por boca de una mujer, de Teresa Panza.
El descubrimiento ocurre en el importantísimo coloquio de Sancho con su mujer, en el capítulo 5 de la Segunda parte. Momento difícil para el novelista, porque ha de hacer hablar a dos analfabetos. Se impondría que entre ellos fluyera un coloquio toscamente humilis; pero eso hubiera descompensado la ponderada concertación de la obra, tan delicadamente equilibrada por el escritor...Para prevenir una estrategia que conjure ese riesgo, Cervantes utiliza una admirable argucia. Al frente del capítulo inserta la siguiente advertencia:

"Llegando a escribir el traductor desta historia este quinto capítulo, dice que le tiene por apócrifo, porque en él habla Sancho Panza con otro estilo del que se podía prometer en su corto ingenio, y dice cosas tan sutiles, que no tiene por posible que él las supiese..."

De este modo, haciendo que el escudero alce, aunque sea apócrifamente, su calidad expresiva, evitará el insoportable arrusticamiento de los dos aldeanos, y restablecerá el desnivel elocutivo que,  mutatis mutandis, mantienen don Quijote y Sancho.
En efecto, a las primeras de cambio, Teresa amonesta a su marido:
"Mirad, Sancho, que después que os hicisteis miembro de caballero andante, habláis de tan rodeada manera, que no hay quien os entienda."
El traductor señala las réplicas de Panza que, por su elevación, le parecen sospechosas de falsedad:

"Por este modo de hablar, y por lo que más abajo dice Sancho, dijo el traductor de esta historia que tenía por apócrifo este capítulo."

Y es que, en efecto, en ausencia de don Quijote, el escudero asume su palabra. Siendo él tan prevaricador corrige a Teresa por hablar mal, de igual modo que él solía ser corregido. Y cuando ella le advierte:

"Yo no os entiendo, marido; haced lo que quisiéredes, y no me quebréis más la cabeza con vuestras arengas y retóricas. Y si estáis revuelto en hacer lo que decí...

Resuelto has de decir, mujer, y no revuelto

A lo que la rústica replica como su marido al hidalgo:

"Yo hablo como Dios es servido, y no me meto en más dibujos.

Pues bien, en esa conversación Teresa suelta refranes en cascada:

"Eso no, marido mío, viva la gallina aunque sea con su pepita; vivis vos, y llévese el mundo cuantos gobiernos hayen el mundo  (...) La mejor salsa del mundo es la hambre (...). Advertid el refrán que dice "Al hijo de tu vecino, límpiale las narices y métele en tu casa" (...)  Mi hija ni yo, por el siglo de mi madre, no nos hemos de mudar un paso de nuestra aldea: la mujer honrada, la pierna quebrada y en casa; y la doncella honesta, el hacer algo es su fiesta..."

La hemorragia refranesca de Panza es incoercible."

Desde otro punto de vista, la profesora de Literatura Española la Universidad de Cincinnati Sandra L. Alzate ha analizado las mujeres en la obra, en el artículo "Representación de los espacios femeninos en las novelas intercaladas en el Quijote". La autora, parte de la tesis del romanista de la Universidad de Munich, Ludwing Pfalnd, sobre la inferioridad de la mujer con respecto al hombre en el siglo XVI, para concluir que Cervantes fue sensible a este problema. Este es el comentario que sobre Marcela, Dorotea, Luscinda y Zoraida realiza la autora. Nos parece pertinente incluirlo en este capítulo porque sirve para enmarcar el pensamiento de Teresa, que si bien se distancia de las anteriores, refleja bien lo dicho por Pfandl

“A través de su narrativa, Cervantes demuestra ser un escritor sensible a problemas de su tiempo. Además, habiendo él mismo soportado las muchas injusticias sociales que tenían que ver con su falta de pureza de sangre y el no reconocimiento de sus valores militares, entre otros, el escritor no pasa por alto la situación de la mujer en el contexto social de la época. En sus obras se pueden encontrar personajes femeninos que con su manera de actuar y de sentir, dejan ver por un lado, el escenario que vive la mujer en una sociedad donde es el hombre quien dirige los destinos femeninos y por otro, el deseo de éstas de liberarse de este orden simbólico dominante.”

“La mujer del siglo XVII estaba circunscrita en ciertos comportamientos sociales que limitaban su comportamiento psicológico. El romanista alemán Ludwig Pfandl, en su estudio sobre las costumbres del pueblo español de los siglos XVI y XVII, señala que la mujer española de la nobleza y la burguesía de esta época contaba con una educación limitada que solo le permitía leer, escribir y aprender las cuatro reglas básicas de aritmética; tener instrucción religiosa dentro de la familia y la iglesia y por supuesto, dedicarse a los trabajos caseros. En su papel como esposa y madre, Pfandl la define como “el ideal más acabado del retiro doméstico, de la modestia edificante y de la religiosidad más profunda; evitaba todo contacto con el exterior y huía del ruido alborotado de las calles y del aire malsano de la vida pública” (126). El acto del matrimonio, además de llevarse a cabo por un propósito afectivo, se hacía también como un acuerdo material. Asimismo, este autor señala que, cuando las mujeres se veían obligadas a la soltería o a la viudez, tenían como única salida el refugiarse en un convento”.

 “Encontramos a una Marcela y a una Zoraida transgresoras de los órdenes simbólicos dominantes; a una Dorotea y a una Luscinda que, aunque tradicionalistas, escapan de los espacios impuestos y tienen la fortaleza de decidir su propio porvenir. A una Camila que, aunque definida por características que no la dejan muy bien posicionada frente a los otros personajes, es una mujer que es llevada al adulterio por los errores de impertinencia de su esposo. En estos espacios, es considerable que cada una de estas mujeres acondiciona sus deseos y comportamientos; ellas mismas diseñan su propia existencia, su propia forma de ser y de vivir. Finalmente debemos decir que, los efectos que provocan los espacios que estos personajes habitan y lo que esos espacios pueden significar, nos hace percibir que Cervantes fue consciente de la injusta situación a la que estaba sometida la mujer de la época y que a través de sus escritos intentó darles una posición mucho mas favorecida que a los personajes masculinos, de los cuales los mas significativos terminaron siendo representados por la ineptitud de Cardenio, la debilidad de Grisóstomo, la impertinencia de Anselmo y la deshonestidad de Fernando.”
Las palabras de Teresa acrisolan la tesis de Ludwig Pfandl anteriormente expuesta. Las voces de Teresa y Sancho ingresan con un timbre diferenciado en el gran conjunto polifónico de El Quijote.  Los planteamientos de Bajtin quedan demostrados: el pensamiento de Teresa queda rubricado por este otro refrán del maestro Correas, por el que se atisba el pensamiento de la época:

               "Madre, ¿qué cosa es casar? -Hija, hilar, parir y llorar"

martes, 2 de agosto de 2011

SEGUNDA PARTE. CAPÍTULO IV. SANCHO Y EL BACHILLER ALIENTAN A DON QUIJOTE A BUSCAR NUEVAS AVENTURAS

En el capítulo anterior, el bachiller quiso saber quién era el autor del hurto del rucio de Sancho. Este se había marchado a su casa sin decirlo. Cuando regresó le dijo al bachiller que el autor del robo fue Ginés de Pasamonte. Se lo robó una noche cuando dormían en Sierra Morena, después de que se escondieran, cuando huían de la Santa Hermandad. Lo recuperó cuando acompañaba a la princesa Micomicona: iba Ginés en el rucio disfrazado de gitano.

Respecto a la segunda pregunta que hizo el bachiller: qué fue de los escudos que Sancho encontró, éste contestó que se los gastó en favor de su persona, de su mujer y de sus hijos,  a cambio de los muchos palos que recibió; razonando, a continuación, que “cada uno meta la mano en su pecho( en su corazón, es decir, diga lo que hubiera hecho) y no se ponga a juzgar lo blanco por negro y lo negro por blanco, que cada uno es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces”. Dada la información que ha facilitado Sancho sobre su jumento, manifiesta el bachiller que le dirá al autor que si realiza una nueva impresión de la historia, tenga en cuenta lo dicho por Sancho.  

Al oír esto, quiso saber don Quijote si habría una segunda parte, le contestó Sansón que unos opinaban que no porque “Nunca segundas partes fueron buenas”, mientras que otros sí la esperaban; sin embargo, movido por el interés de ganar más dinero, si el autor encontraba material para su historia, seguro que la escribiría. Sancho, que lo oyó, le dijo que si el autor lo que buscaba es ganar más dinero, sería difícil que acertara, pues “las obras que se hacen aprisa nunca se acaban con la perfección que requieren”; continúa  diciendo que se fije bien el autor en lo que escribe, que ya le darían ellos motivos para seguir escribiendo aventuras, pues si piensa que “nos dormimos aquí en las pajas” (no hacemos nada), “ténganos el pie al errar y verá del que cosqueamos”  (Haga por conocernos y verá quiénes somos). A continuación le pide a don Quijote que vuelvan a salir y a retomar las aventuras.

Relinchó Rocinante y tomándolo don Quijote por buen agüero, ( el relincho de un caballo se tomaba por augurio favorable a la hora de emprender un viaje) decidió hacer una nueva salida y le preguntó al bachiller por cuál sería el mejor sitio para ir. Este le contestó que a Zaragoza, donde se celebraban unas justas en las que “podría ganar gran fama entre todos los caballeros aragoneses, que sería ganarla entre todos los del mundo”. A continuación,  le alabó su determinación de ir y le dijo que se cuidase, pues su vida le pertenecía a los muchos que lo necesitaban.

Sancho, tomando como referencia la frase: “entre los extremos de cobarde y de temerario está el medio de la valentía” ( la idea de que en medio está la virtud está muy presente en el Quijote y es característica del pensamiento de Cervantes), puntualizó que su señor había sido demasiado osado  en sus aventuras y debía ser más moderado. Le advierte a don Quijote que si se digna en llevarlo con él, se limitaría a serle buen escudero y a cuidarlo, pero no a pelear contra nadie. Si después de todo le da una isla, la recibirá con agrado, porque “cuando te dieren la vaquilla, corre con la soguilla” y “cuando viene el bien, mételo en tu casa”(Los dos dicen lo mismo: hay que aprovechar las ocasiones cuando se presentan). Después de elogiarle el bachiller lo bien que habla, le dice que don Quijote no le dará una isla, sino un reino. Sancho contesta que “Tanto es lo demás como lo de menos” (Tan malo es pasarse como quedarse corto), aunque él siempre sería Sancho; a esto contesta el bachiller que “Los oficios mudan las costumbres, y podría ser que viéndoos gobernador no conociésedes a la madre que os parió) A esto replica Sancho "que eso se ha de entender con los que nacieron en las malvas (no fueron bien criados por sus padres), y no con los que tienen sobre el alma cuatro dedos de enjundia de cristianos viejos, como yo tengo. ( es decir, desde su nacimiento recibió una educación cristiana; era propio de la gente humilde presumir de su condición cristiana)

Por último le ruega don Quijote al bachiller que componga unos versos que traten de la despedida que le pensaba hacer a Dulcinea del Toboso. Le pide que no diga a nadie nada, pues saldría dentro de unos días. Sancho se marchó para preparar las cosas necesarias para la partida.

Comentario

Cuando inicié el blog pensé que deberíamos estudiar el concepto de verdad en El Quijote. He recurrido a lo largo de los comentarios al libro de Américo Castro, El pensamiento de Cervantes; pero además, he tenido en cuenta otros estudios que creo que complementan lo ya dicho por Castro. He resaltado el artículo del catedrático de la Universidad de Edimburgo Alexander Parker, El concepto de verdad en el Quijote. La tesis de Parker, que he expuesto en otros comentarios es que la verdad es la correspondencia con los hechos. En este sentido, las personas pueden modelar la verdad, pues como dice Sancho, “cada uno es como Dios le hizo”, pero eso no quita para que la realidad es como es. La realidad es algo objetivo. Sin embargo, cuando la interpretamos lo hacemos movidos por un cúmulo de circunstancias de las cuales la más importante es el interés.

Sancho, cuando salió de su casa iba engañado, creyendo que conseguiría una isla. Ello le proporcionaría riquezas y poder. Se dio cuenta de que su señor estaba loco, pero la ambición pudo más. No se olvidaba de su familia y cuando encontró los cien escudos los guardó, pensando en su mujer y sus hijos. No quiso indagar en saber quién era el dueño del dinero. Se justifica desde lo particular, desde lo que su caso representa. Probablemente el dinero pertenecía a Cardenio; Sancho y don Quijote se lo deberían haber preguntado: esta es la verdad y la realidad. Sin embargo, el interés, en este caso, mirar por su familia, le hace aplicar un principio: “cada uno meta la mano en su pecho…”, para modelar la realidad y la verdad.

Cuando don Quijote le preguntó al bachiller que si iba a salir una segunda parte, este le contesta que las opiniones de la gente estaban divididas, mientras que unos consideraban que “nunca segundas partes fueron buenas”, otros querían seguir divirtiéndose con los lances de don Quijote. Sin embargo, añadía él, si salen nuevas aventuras, seguro que se publicarán, pues el interés, entiéndase el dinero que proporciona la publicación del libro, estimulará al autor. Queda bien patente que el interés, mueve la voluntad y con ella la forma de apreciar la verdad

El bachiller era muy socarrón, “amigo de donaires y de burlas” y para ser coherente con la frase de Sancho, “cada uno es como Dios le hizo”, continúa burlándose y mintiendo a don Quijote. ¿Por qué le miente?. Sencillamente, para divertirse. Alaba a don Quijote, sabiendo que estaba loco, esta era la realidad, pero él la interpreta a su gusto y manera. Por lo tanto, la verdad está cambiada porque así le interesa a él. La verdad y con ella la realidad es que el bachiller debería haberse abstenido de incitar a don Quijote a salir de nuevo; sin embargo, quiere que don Quijote siga siendo motivo de risa y elogia sus acciones.
De lo anterior deduzco que el viejo axioma: realidad y verdad se corresponden; lo tuvo muy en cuenta Cervantes. Son los intereses de las personas los que hacen que la verdad cambie, según en lo que les afecte a ellas.
Las palabras de Sancho referidas a que es "cristiano viejo", nos dan un atisbo del problema judío en la España cervantina. El conflicto de los cristianos con los judíos venía de lejos: ya en 1391 se producen matanzas de judíos en España, siempre por cuestiones religiosas. A partir de la fecha anterior se empezó a madurar la opción de expulsarlos de España. La decisión la adoptaron los Reyes Católicos por razones religiosas. La mayoría se marcharon, pero algunos optaron por bautizarse, los llamados "conversos", aunque seguían con sus antiguas prácticas. Muchos conversos "se incorporaron a las familias de antiguos cristianos. Los celosos de la pureza de sangre veían un peligro la influencia que podían tener estas personas, razón por la cual se inició la investigación sobre si las personas eran o no cristianos viejos". Para el problema judío, véase Muñoz Machado op. cit. págs 446-451

He dejado para el final del comentario de este capítulo el problema que la pérdida del rucio de Sancho presenta en las ediciones del Quijote: 
a)En la edición prínceps , de 1604, publicada en 1605, se alude a la falta del asno y se presenta a Sancho sin él, sin contar "cuándo ni como desapareció el animal".( Francisco Rico. op. cit.)
b) Ante las críticas que suscita este hecho, en una segunda edición de 1605, Cervantes inserta en esta nueva impresión dos referencias al burro que presentan incoherencias en la aparición del animal: primero nos sitúa a Sancho cabalgando sobre el pollino y posteriormente echándolo de menos.
c) La forma que tiene Cervantes de salir de esta embrollo es poniendo en boca de Sancho en la segunda parte del Quijote, de 1615, en el capítulo que comento, una aserción tan desmedrada de lo que había ocurrido,  en las ediciones de 1605, que parece un sarcasmo del "yerro cometido en la segunda edición de 1605: intercalar la adición relativa a la pérdida del asno del punto que le corresponde".  (He seguido, en este resumen,  a Francisco Rico en la op. cita. Los que quieran consultar este problema filológico deben acudir a Rico en la op cit. págs 1107-1111)

l catedrático de Literatura comparada de la Universidad de Salamanca, Ricardo Senabre, comenta los capítulos II,III y IV de esta Segunda Parte, sobre la base de la innovación narrativa cervantina que presenta esta segunda parte: consiste esta innovación en integrar el Quijote de 1605 como elemento narrativo de esta Segunda Parte; van a ser los protagonistas de la historia, don Quijote y Sancho los que van a corregir aspectos de ellos mismos en la Primera Parte.
Comienza su análisis el profesor Senabre, explicando la unidad que forman los tres capítulos: se desarrollan en un mismo lugar, con los mismos personajes, que comentan las andanzas que tuvieron en la Primera Parte; hacen un resumen de lo que han hecho: ("juntos salimos, juntos fuimos, juntos peregrinamos"); recuerdan los momentos desagradables: ("si a ti te mantearon una vez, a mi me han molido ciento"); por último se da la noticia del bachiller Sansón Carrasco de que la historia de don Quijote "andaba ya en libros" por Salamanca y que el historiador que la escribía sabía cosas de Sancho, que él ni siquiera se imaginaba.
Por último destaca el profesor Senabre las transformaciones narrativas: Cervantes introduce la ficción en la propia ficción; Cervantes "ensancha la novela y abre el camino a la novela moderna".





jueves, 28 de julio de 2011

SEGUNDA PARTE. CAPÍTULO III. POÉTICA NOVELÍSTICA DE SANSÓN CARRASCO Y RAZONAMIENTOS LITERARIOS DE DON QUIJOTE Y SANCHO



Sancho había ido a por Sansón Carrasco para que le contara personalmente a don Quijote lo que de él se decía en la historia del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha. Mientras, don Quijote cavilaba sobre lo que el libro podría decir. Dado que el autor era moro, y los moros son encantadores y mentirosos, temía que no hubiera dicho la verdad.

El bachiller, aunque se llamaba Sansón, era más bien bajo, muy socarrón; de color macilenta (de color pálido) aunque de buen entendimiento. Tendría sobre veinticuatro años; carirredondo, de nariz chata y de boca grande, señales todas de condición maliciosa y amigo de donaires y burlas.

La naturaleza burlesca del bachiller se percibió  de inmediato. Cuando llegó a donde estaba don Quijote, se arrodilló y pidiéndole la mano le dijo que era el caballero andante más importante que ha habido en el mundo. Enalteció las figuras del moro autor Cide Hamete por haber dejado escrita las aventuras de don Quijote y del que las tradujo del árabe al castellano. Sorprendido don Quijote, siguió diciéndole el bachiller que pasaban de doce mil los libros impresos, pudiéndose afirmar que si sigue de esta manera, no habrá nación que no lo conozca. Don Quijote quedó muy orgulloso de lo que había oído y, para reafirmarlo dijo: “Una de las cosas que más debe dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de la gentes, impreso y en estampa.”

Desea don Quijote saber qué hazañas son las más comentadas en la obra, contestándole el bachiller que “hay diferentes opiniones como hay diferentes gustos”. Después de decirle las hazañas más comentadas, Sancho le preguntó que si se comentaba la aventura de los yangüeses, cuando a Rocinante se le antojó pedir "cotufas en el golfo” (pedir lo imposible), contestándole el bachiller que “no se le quedó nada al sabio en el tintero: todo lo dice y todo lo apunta", desde las volteretas que le dieron a Sancho en la manta, hasta los muchos palos que le dieron a don Quijote en sus aventuras. A la afirmación de Sancho sobre esos sucesos, contesta don Quijote que  “no hay historia humana en el mundo que no tenga sus altibajos, especialmente las que tratan de caballerías, las cuales nunca pueden estar llenas de prósperos sucesos"

A propósito de lo anterior, le dice el bachiller que muchos se alegraron de los palos que recibió don Quijote; éste le contestó que el autor debería haber omitido estas historias, pues “las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia no hay para qué escribirlas, si han de redundar en menosprecio del señor de la historia.”  ( del protagonista)

El bachiller retomó la idea y le respondió que “uno es escribir como poeta, y otro como historiador: el poeta puede contar o cantar las cosas, no como fueron, sino como debían ser; y el historiador las ha de escribir, no como debían ser, sino como fueron, sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna”. Intervino en la conversación Sancho para decirle que también se hablaría en el libro de los muchos palos que él recibió junto con don Quijote pues, como este decía “del dolor de la cabeza han de participar los miembros”.

Insiste Sancho en que quiere saber lo que se dice él. Le responde Sansón que son muchos los que piensan que es un crédulo ingenuo al pensar que podría ser verdad la ínsula ofrecida por don Quijote. Este, para no desanimar a Sancho contestó que “Aún hay sol en las bardas”. (aún tenemos  tiempo). y con los años se adquiere experiencia. Sancho se siente tranquilo de lo que se dice de él, pues “a fe de buen escudero que si hubiera dicho de mí cosas que no fueran muy de cristiano viejo, como soy, que nos habían de oír los sordos”. Para reafirmar el punto de vista anterior dice Sancho que “cada uno mire cómo habla o cómo escribe de las personas, y no ponga a trochemoche lo primero que le viene al magín”. (no escriba sin ton ni son lo primero que le viene a la cabeza)

Los defectos que le han encontrado al libro, según Sansón Carrasco son los siguientes: a) Se ha intercalado la novela El curioso impertinente, sin que tenga nada que ver con la historia; b) No se cuenta quién le hurtó el rucio a Sancho; c) Tampoco se dice lo que hizo Sancho con los cien escudos que encontró en la maleta de Sierra Morena.

Intervinieron Sancho y don Quijote. El primero para quejarse de que el autor había mezclado “berzas con capachos” (lo había mezclado todo); el segundo, para sostener que la historia se habría contado mal y la gente no la entendería. Sansón lo tranquilizó diciéndole que “es tan clara, que no hay cosa que dificultar en ella: los niños la manosean, los hombres la entienden y los viejos la celebran...no hay antecámara de señor donde no se halle un Don Quijote”.  

Si se hubiese escrito de otra manera, comenta don Quijote,  no se hubiera contado la verdad, “ y los historiadores que de mentiras se valen habían de ser quemados como los que hacen moneda falsa”. Respecto a las novelas intercaladas, supone, que lo hizo el autor para rellenar la obra, pues según el refrán “De paja y de heno”, ( De paja y de heno, mi vientre lleno: Lo que importa es satisfacerse aunque no sea lo que más le guste a uno).  Critica don Quijote que se hayan intercalado en la obra novelas y cuentos, pues sólo con sus pensamientos se hubiera hecho una gran obra filosófica, ya que “para componer historias y libros, de cualquier suerte que sean, es menester un gran juicio y un maduro entendimiento. Decir gracias y escribir donaires es de grandes ingenios: la más discreta figura de la comedia es la del bobo…La historia es cosa sagrada, porque ha de ser verdadera, y donde está la verdad está Dios, en cuanto a  verdad; pero, no obstante esto, hay algunos que así componen y arrojan libros de sí como si fuesen buñuelos”. Pasa la conversación entre don Quijote y Sansón a criticar las obras impresas. Según el último, los escritores importantes “son envidiados por aquellos que se entretienen en juzgar los escritos ajenos sin haber dado algunos propios a la luz del mundo”. Sale don Quijote en defensa de los críticos literarios, contestándole Sansón Carrasco que ”los tales censuradores deberían de ser más misericordiosos y menos piadosos…es grandísimo el riesgo que se pone el que imprime un libro, siendo de toda posibilidad imposible componerle tal, que satisfaga y contente a todos los que le leyeren”.

Sobre los otros defectos apuntados, en los que se hace referencia a Sancho, éste no quiere entrar en la conversación porque tiene hambre y se marcha a su casa a comer. Don Quijote invita a su mesa a Sansón Carrasco.

Comentario

He recurrido varias veces al libro del maestro de cervantistas y catedrático de Historia de la Lengua Española, Américo Castro, El pensamiento de Cervantes para explicar muchos capítulos de la primera parte. La tesis varias veces repetida en estos comentarios es que a Cervantes le preocupa cómo se percibe la realidad por parte de las personas. Para ello resalta las opiniones de todos: “las de los altos y la de los bajos…la de los cuerdos y la de los locos…Cervantes se lanzó a organizar una visión de su mundo fundada en pareceres, en circunstancias de vida, no de unívocas objetividades”.

En esta línea de pensamiento comenta el autor el capítulo que he resumido. Castro nos dice que durante la segunda mitad del XVI toma una importancia mayor la Poética de Aristóteles, especialmente en Italia. En ella se opone lo universal de la poesía frente a lo particular de la historia; recogiendo los frutos de la Contrarreforma, tanto una como otra, que hasta esa época iban disociadas, deben coincidir en resaltar lo virtuoso. Castro lo demuestra en el análisis que dejo a continuación:

 En el capítulo III de la segunda parte del Quijote dialogan el hidalgo, su escudero y el bachiller acerca de la primera parte del Quijote y de la forma en que han sido concebidos los personajes principales. Lo genial de Cervantes se revela en el arte con que ha introducido en lo más íntimo de la vida de sus héroes el problema teórico que inquietaba a los preceptistas; el autor ha colocado a don Quijote en la vertiente poética y a Sancho en la histórica; pero serán ellos y no el autor quienes pugnen por defender sus posiciones respectivas, y lo que es árida disquisición en los libros se torna conflicto vital, moderno, henchido de posibilidades. Don Quijote hablará en nombre de la verdad universal y verosímil; Sancho defenderá la verdad sensible y particular.26 La oposición, como es natural y cervantino, no se resuelve, sino que queda patente, como problema abierto. El ejemplo es magnífico para quienes tozudamente siguen hablando de la inconsciencia de Cervantes y de lo vulgar de sus conocimientos.

Dice don Quijote: «Una de las cosas que más debe de dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gentes, impreso y en estampa. Dije con buen nombre, porque siendo al contrario, ninguna muerte se le igualaría». El bachiller satisface cumplidamente la inquietud del caballero: «Si por buena fama y si por buen nombre va, sólo v. m. lleva la palma a todos los caballeros andantes; porque el moro en su lengua y el cristiano en la suya tuvieron cuidado de pintarnos muy al vivo la gallardía de v. m., el ánimo grande en acometer los peligros, la paciencia en las adversidades…, la honestidad y continencia en los amores tan platónicos de v. m. y de mi señora doña Dulcinea del Toboso».

El bachiller conoce bien los requisitos del personaje del poema heroico, tan bien como don Quijote, y hacia este norte van sus anhelos. Personaje perfecto, idealizado, ejemplar. Veamos, por ejemplo, el tratado Della vera Poetica (1558) de Giovanni Pietro Capriano: «Variando el poema y representando las acciones humanas en el modo que deban haber ocurrido y razonablemente sucedido y reduciéndolas a ideas universales de acciones y de costumbres (que ésta es una de las principales diferencias entre el historiador y el poeta), instruye y amaestra el ánimo y la vida nuestra… por la vía del verdadero bien y del vivir beato». Mas para lograr el personaje «ab omni parte absolutus», con que soñaban los preceptistas, había que desechar los paladines extravagantes y elegir lo épico, tomando «acciones ilustres e ilustrísimas». Razón por la cual Aristóteles debió comprender que el poema épico es siempre preferible a la tragedia, porque tras los bastidores obrará siempre la iniquidad.27

Don Quijote se cree «virtuoso y eminente» (ilustre e ilustrísimo), y sin dificultad le da la razón el bachiller. Pero allí está Sancho, ojo avizor y garras agudas, presto a saltar sobre tan encantadora y aristotélica suposición: «Nunca he oído llamar con don a mi señora Dulcinea, sino solamente la señora Dulcinea del Toboso, y ya en esto anda errada la historia». La historia, lo particular, el vero sensible no pueden ir parejos con la pura y universal noción del héroe; lo del don «no es objeción de importancia», dice Sansón Carrasco. ¿Pero qué hacemos con «los infinitos palos que en diferentes encuentros dieron al señor don Quijote»? No hay héroe ilustrísimo que resista. Nuestro hidalgo acude a su manual poético, e intenta una última y dolorosa defensa: «También pudieran callarlo por equidad, pues las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia no hay para qué escribirlas, si han de redundar en menosprecio del señor de la historia. A fee que no fue tan piadoso Eneas como Virgilio le pinta, ni tan prudente Ulises como le describe Homero».

El bachiller entonces saca de dudas al hidalgo con una aclaración literalmente aristotélica (véase supra):«Así es; pero uno es escribir como poeta y otro como historiador; el poeta puede contar o cantar29 las cosas no como fueran, sino como debían ser, y el historiador las ha de escribir no como debían ser, sino como fueran, sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna».

Mas don Quijote ha de defenderse de la interpretación histórica, particularista; él ha de vivir «relicta circunstantia»,30 y Cervantes ha colocado a sus flancos esa tremenda «circunstantia» de Sancho, con voraz apetencia de lo que él entiende por verdad, la cual por sí sola es incapaz de poesía.31

En el capítulo II de la segunda parte, don Quijote trata de anular la intervención histórica de Sancho, acallando sus habladurías y recabando para sí la parte mayor de dolores y sinsabores: «¿Querrás tú decir agora, Sancho, que no me dolía yo cuando a ti te manteaban? Y si lo dices, no lo digas, ni lo pienses». Sobre todo, callar, no complicar la épica heroica con la historia cotidiana. De haber conocido el poema de Fernán González, don Quijote habría recordado aquellos versos:

Non cuentan d’Alexandre las noches nin los días,
cuentan sus buenos fechos e sus cavallerías.
32

Don Quijote, el pobre, aspira a la existencia mítica; mas Sancho, al tirarle de los pies, lo introduce violentamente en su realidad, gracias a la cual surgió el nuevo género de la novela. Esto era conocido;33 pero ahora podemos seguir con alguna mayor precisión la trayectoria de semejante proceso en la mente de Cervantes. Genialmente supo nuestro escritor dominar el estricto problema que le ofrecían los preceptistas de la Contrarreforma, tomando los preceptos aristotélicos como medio y no como meta,34 elevándose a más altas esferas.

El catedrático de Literatura comparada de la Universidad de Salamanca, Ricardo Senabre, comenta los capítulos II,III y IV de esta Segunda Parte, sobre la base de la innovación narrativa cervantina que presenta esta segunda parte: consiste esta innovación en integrar el Quijote de 1605 como elemento narrativo de esta Segunda Parte; van a ser los protagonistas de la historia, don Quijote y Sancho los que van a corregir aspectos de ellos mismos en la Primera Parte.
Comienza su análisis el profesor Senabre, explicando la unidad que forman los tres capítulos: se desarrollan en un mismo lugar, con los mismos personajes, que comentan las andanzas que tuvieron en la Primera Parte; hacen un resumen de lo que han hecho: ("juntos salimos, juntos fuimos, juntos peregrinamos"); recuerdan los momentos desagradables: ("si a ti te mantearon una vez, a mi me han molido ciento"); por último se da la noticia del bachiller Sansón Carrasco de que la historia de don Quijote "andaba ya en libros" por Salamanca y que el historiador que la escribía sabía cosas de Sancho, que él ni siquiera se imaginaba.
Por último destaca el profesor Senabre las transformaciones narrativas: Cervantes introduce la ficción en la propia ficción; Cervantes "ensancha la novela y abre el camino a la novela moderna".



lunes, 25 de julio de 2011

SEGUNDA PARTE. CAPÍTULO II. SANCHO CUENTA A DON QUIJOTE LO QUE SE DICE DE ELLOS





Todos oyeron al ama y a la sobrina que le daban voces a Sancho, impidiéndole entrar en la casa. Ellas argumentaban que él tenía la culpa de que don Quijote se marchara de su casa. Sin embargo, Sancho replicaba que era don Quijote quien le había prometido una ínsula. Al desconocer ellas qué era eso de la ínsula, Sancho se lo aclaró, diciéndoles que se gobernaba mejor que cuatro ciudades y se regía mejor que cuatro alcaldes de corte ( es decir, se gobiernan mejor que lo hacen cuatro alcaldes de corte (jueces encargados de mantener el orden) , contestándole ellas que se fuera a trabajar, que era lo que le hacía falta.

Al oír la conversación, don Quijote temió que Sancho hablara más de la cuenta y mandó al ama y la sobrina que lo dejasen entrar. El cura y el barbero se despidieron. Cuando salieron comentaron la locura de don Quijote y la simpleza de Sancho.

Don Quijote le recrimina a Sancho que les dijera al ama y a la sobrina que fue él quien lo sacó de su casa, pues los dos habían sufrido malas aventuras y de éstas don Quijote era el que había salido peor parado. Al quejarse Sancho de que él también sufrió bastante, don Quijote le contestó que era lógico, pues “cuando la cabeza duele, todos los miembros duelen”. Aplica la sentencia a sí mismo y dice que al ser él la cabeza, era lógico que el escudero sufriera por lo que le ocurría al amo.

Insiste don Quijote en que le diga la verdad de lo que se dice de él en el pueblo, pues “de los vasallos leales es decir la verdad a sus señores en su ser y en su figura propia, sin que la adulación la acreciente u otro vano respeto la disminuya; y quiero que sepas, Sancho, que si a los oídos de los príncipes llegase la verdad desnuda, sin los vestidos de la lisonja, otros siglo correrían”.

Sancho le contesta con la verdad desnuda como él quiere. Lo tratan de loco y a él de mentecato. También dicen que es presuntuoso, pues se ha puesto don (el tratamiento de don que se ha puesto don Quijote es entendido por los hidalgos del lugar como una pretensión de ascenso en la escala social) y se considera caballero, con “cuatro cepas y dos yugadas de tierra( yugada lo que podía arar una yunta de bueyes en un día), y con un trapo detrás y otro delante”. Los caballeros se quejaban de que se comparara con ellos. Sobre la valentía, cortesía y hazañas había diferentes opiniones: unos dicen que es loco, pero gracioso, otro que valiente pero desgraciado.

Don Quijote le contestó que “donde quiera que está la virtud en eminente grado es perseguida”. Le pone como ejemplos personajes del pasado (Julio César, Alejandro…), a los cuales también les sacaron defectos.

Le dice Sancho que aún la cola falta por desollar  (Todavía falta lo peor); lo de hasta ahora, son tortas y pan pintado ( hasta aquí todo es bueno). Le continúa diciendo que, según el Bachiller Sansón Carrasco, la historia de ellos andaba ya escrita con el nombre del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha y que contaba cosas sorprendentes . Don Quijote le responde que el autor debía de ser algún sabio encantador. Sancho se queda sorprendido, argumentando que no debía de ser sabio, pues lo firmaba un tal Cide Hamete Berenjena. Don Quijote le contesta que debe ser árabe, pues tal es el nombre. Para saber más le pide que busque al bachiller para que le cuente lo que sabe.



Comentario

Uno de los temas que encontramos en el fragmento es el sueño con el que viven muchos españoles, de los cuales Sancho es representativo. Los historiadores coinciden en señalar el fuerte irrealismo con el que vive la sociedad española. Las Indias habían traído mucho dinero, pero como pusimos de manifiesto en el comentario anterior, las guerras y la falta de productividad habían ocasionado unas ingentes deudas externas a la Corona, las cuales llevaron a los impagos que ya señalé. En esta sociedad, el sueño de hacerse rico sin trabajar era muy frecuente en España. Un ejemplo de ello lo tenemos en la frase que el ama y la sobrina le espetan a Sancho cuando este les dice que don Quijote le ha prometido una ínsula: “Id a gobernar vuestra casa y a labrar vuestros pegujares, y dejaos de pretender ínsulas ni ínsulos” (Pierre Vilar: “El tiempo de Quijote”).

Otro de los temas que aparecen en el capítulo es la vanidad o presunción de don Quijote, tal y como se percibe por el pueblo. Como exponen todos los que estudian este período: Los catedráticos Domínguez Ortiz, Lynch, Vilar…, el modelo social quedaba reducido a dos clases sociales: la nobleza y el clero, por una parte y una tercera clase que se conocía estado general o llano.” El rasgo distintivo era la propiedad de la tierra, que estaba generalmente en manos de la nobleza. En esta se integraban  los grandes nobles de España, generalmente latifundistas, que poseían propiedades que abarcaban casi provincias enteras, hasta empobrecidos hidalgos” ( John Lynch: Monarquía e Imperio); frecuentemente era mal visto que personas que tenían poca propiedad se hiciesen pasar por caballeros. En razón de lo anterior se encuentra el sentido de la frase de Sancho a don Quijote: “Los hidalgos dicen que, no conteniéndose vuestra merced en los límites de la hidalguía, se ha puesto don y se ha arremetido a caballero con cuatro cepas y dos yeguadas de tierra, y con un trapo atrás y otro adelante”

Se ha explicado ya la decadencia de las clases medias en España en este período. Una de las razones que la explican es el prejuicio social contra las actividades comerciales y en favor de la nobleza; de esto es ilustrativa la convicción que se tenía de que “el no vivir de rentas, no es trato de nobles”. También se pone de manifiesto en este capítulo cuando critican a los hidalgos “que dan humo a los zapatos (que ocultan con hollín el deterioro de los zapatos).

Por último hay que referirse una vez más a la vieja fórmula del narrador ya explicada. Como señala el catedrático de la Universidad de California, Avalle Arce: “la técnica de inventar un historiador que narra las aventuras del héroes es un procedimiento que Cervantes hereda directamente de la novela caballeresca” .

Sancho, haciendo uso de su habla rústica, cambia Benengeli por Berenjena. Se queda asombrado de lo que dice el narrador sobre ellos, a lo cual responde don Quijote, que sería algún “sabio encantador” y que el nombre es “moro”. De lo anterior se puede deducir que a) era mentiroso, por ser encantador; b) las cosas sorprendentes que decía de ellos y estaban fuera de razón, eran falsas.

Una vez más, este alarife de la narración que es Cervantes, nos vuelve a sorprender con una nueva añagaza sobre las verdades y mentiras de la obra.

El catedrático de Literatura comparada de la Universidad de Salamanca, Ricardo Senabre, comenta los capítulos II,III y IV de esta Segunda Parte, sobre la base de la innovación narrativa cervantina que presenta esta segunda parte: consiste esta innovación en integrar el Quijote de 1605 como elemento narrativo de esta Segunda Parte; van a ser los protagonistas de la historia, don Quijote y Sancho los que van a corregir aspectos de ellos mismos en la Primera Parte.
Comienza su análisis el profesor Senabre, explicando la unidad que forman los tres capítulos: se desarrollan en un mismo lugar, con los mismos personajes, que comentan las andanzas que tuvieron en la Primera Parte; hacen un resumen de lo que han hecho: ("juntos salimos, juntos fuimos, juntos peregrinamos"); recuerdan los momentos desagradables: ("si a ti te mantearon una vez, a mi me han molido ciento"); por último se da la noticia del bachiller Sansón Carrasco de que la historia de don Quijote "andaba ya en libros" por Salamanca y que el historiador que la escribía sabía cosas de Sancho, que él ni siquiera se imaginaba.
Por último destaca el profesor Senabre las transformaciones narrativas: Cervantes introduce la ficción en la propia ficción; Cervantes "ensancha la novela y abre el camino a la novela moderna".






jueves, 21 de julio de 2011

SEGUNDA PARTE. CAPÍTULO I EL CURA Y EL BARBERO CONVERSAN CON DON QUIJOTE SOBRE SU ENFERMEDAD



Sigue diciéndonos Benengeli en la segunda parte y tercera salida de don Quijote que el cura y el barbero llevaban sin verlo un mes, pero no por eso dejaban de interesarse por él, pues con frecuencia les preguntaban al ama y a la sobrina por la salud de don Quijote- Dado que ellas les decían que les parecía que estaba curado, fueron a verlo, procurando no hablarle de nada que se refiera a la caballería andante.

Encontraron a don Quijote sentado en la cama, vestido con una almilla verde (jubón o vestido, que va desde los hombros a la cintura y muy ajustado al cuerpo) y un bonete colorado.(gorro, generalmente de lana) Tan delgado que parecía amojamado (muy delgado)  Le preguntaron  por su salud y contestó con discreción. También la mantuvo cuando en la conversación sacaron el tema de la “razón de estado”  y modos de gobierno. Con ironía nos dice Cervantes "cada uno de los tres hacían un nuevo legislador, un Licurgo moderno o un Solón flamante -modelos de buen gobernante-y de tal manera renovaron la república, que no pareció sino que la habían puesto en una fragua y sacado otra de la que pusieron"

En la conversación, el cura sacó el tema político, en concreto que el Rey  tenía que volver a enfrentarse con los turcos. Cuando esto lo oyó don Quijote aseguró que él podría sugerirle a su Majestad cómo resolver la situación. Tanto el cura como el barbero pensaron que don Quijote volvería a dar muestras de su locura. El barbero quiso saber los arbitrios o consejos que don Quijote le daría al Rey. Después de prometerle que lo que dijera no saldría de aquella habitación para que otros no se llevaran el mérito, dijo don Quijote que la solución estaba en reunir unos cuantos caballeros andantes. Ellos habían dado prueba de que uno solo era capaz de enfrentarse a un ejército de doscientos mil hombres.

El ama y la sobrina manifestaron ante ellos,  que don Quijote deseaba regresar a la caballería andante, a lo cual replicó él que “Caballero andante he de ser hasta morir…y digo que Dios me entiende”. A propósito de lo anterior contó el barbero el siguiente cuento:

En un manicomio de Sevilla, había un loco, licenciado en cánones (derecho canónico) por Osuna (Universidad menor con poco prestigio), que escribió reiteradas cartas al arzobispo, diciéndole que se encontraba curado. Si permanecía en el manicomio era porque tenían interés sus familiares de que permaneciera allí para poder heredar su hacienda. Con este mismo propósito le daban dinero al rector del manicomio. El arzobispo mandó un capellán para que se interesara por el caso. Cuando se lo dijo al rector, éste contestó que el tal graduado estaba loco. Quiso el cura comprobarlo; mantuvo una correcta conversación con él y mandó que lo pusiesen en libertad. Cuando se vistió de cuerdo y se desnudó de loco ( los locos llevaban un camisón largo )y fue a despedirse de los otros locos, les habló con mucha cordura, diciéndoles que tuviesen confianza en Dios, que lo mismo que a él lo había curado los curaría a ellos; a uno de ellos  lo animó con las siguientes palabras: “Todas nuestras locuras proceden de tener los estómagos vacíos y los celebros llenos de aire. Esfuércese, esfuércese, que el descaecimiento en los infortunios apoca la salud y acarrea la muerte”. Cuando esto oyó uno de los que allí estaban contestó que si a ese lo sacaban, él, que era Júpiter, castigaría a la ciudad con tres años de sequía. A esto, el graduado, cogiendo al capellán de la mano le dijo que no se preocupara, que él, que era Neptuno, llovería tanto como quisiese. Oído lo anterior, y bastante avergonzado, el capellán contestó que en otra ocasión volvería a por él.

Don Quijote se dio por aludido y, enfadado por haber sido mal interpretado, se dirigió  al barbero como ¡Ah, señor rapista, señor rapista! (señor barbero, con matiz despectivo (de rapar)) “ Y cuán ciego es aquel que no ve por tela de cedazo!  (aquel que no percibe lo evidente)  ¿es posible que vuestra merced no sabe que las comparaciones que se hacen de ingenio a ingenio, de valor a valor, de hermosura a hermosura y de linaje a linaje son siempre odiosas y mal recibidas?. Después de decir que no se las daba de inteligente, consideraba que hoy en día no hay caballeros andantes como los de antes, continúa diciendo que “ahora ya triunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentía y la teórica de la práctica de las armas, que sólo vivieron y resplandecieron en las edades del oro y de los andantes caballeros". Enumeró las virtudes de Amadís de Gaula, Palmerín de Inglaterra, Felixmarte de Hircania, Roldán y otros; añadiendo que si el Rey se sirviera de caballeros como estos, se ahorraría muchos gastos en las guerras.

Después de disculparse el barbero y aceptarlo don Quijote, dijo el cura que tenía cierto escrúpulo que le roía la conciencia, después de lo que había oído. A esto contestó don Quijote que “puede decir su escrúpulo, porque no es de gusto andar con la conciencia escrupulosa”.

El cura expuso su escrúpulo, diciendo que toda la caterva de caballeros andantes que don Quijote había citado, no eran personajes de carne y hueso. Replicó de inmediato don Quijote, diciendo que a muchos los conocía personalmente. Ante esta afirmación, le pregunta el barbero por el gigante Morgante (Protagonista de un poema del siglo XV).  Contesta don Quijote que "en esto de los gigantes hay diferentes opiniones si los ha habido o no, pero la Santa Escritura, que no puede faltar un átomo en la verdad, nos muestra que los hubo", cita el caso del gigante Golías; sin embargo no puede decir con certidumbre cuál pudiera ser el tamaño del gigante Morgante.
 Terminó haciendo unas observaciones literarias  sobre Angélica la Bella, su desdeño a Roldán, y su entrega al paje Medoro.

Comentario

En la segunda parte se mantiene el mismo artificio narrativo  que en la primera. Comienza el narrador aludiendo a Cide Hamete Benengeli, autor del manuscrito que Cervantes encontró en El Alcaná de Toledo, como nos dijo en el capítulo IX de la primera parte. Este manuscrito se lo tradujo del árabe al castellano un morisco aljamiado. Cervantes, utilizando un narrador omnisciente, se lo entrega al lector; sin embargo si la primera parte se iniciaba en el espacio manchego: "En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme", en esta parte domina el tiempo, como muy bien dice el catedrático de Filología de la Universidad de Madrid, Lucía Mejías en su obra La plenitud de Cervantes. La crítica se ha preguntado por el comienzo de la segunda parte, publicada en 1615. Según nos cuenta en este primer capítulo, la nueva narración se inicia un mes después de la vuelta de don Quijote a su casa; ahora bien, cuál es la razón de que tarde diez años en terminarla?. El cervantista Astrana Marín, en el comienzo del tomo VI de la biografía de Cervantes, tomando como referencia lo que se dice en el capítulo III de las impresiones en Amberes, da la fecha de 1607. Lo que la crítica literaria dice, y en especial Lucía Mejía, es que Cervantes, en esta última parte de su vida tenia un proyecto literario: publicar varias obras: Novelas ejemplares, El Viaje del Parnaso, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, etc. Ante estos hechos Cervantes suspendió la escritura de la segunda parte del Quijote, pero "su editor Francisco de Robles, le apremiaba a Cervantes para que le entregara lo antes posible continuaciones de las aventuras quijotescas". Lucía Mejía. op. cit. Nunca se sabrá cuándo comenzó a escribir Cervantes la segunda parte del Quijote"

En este capítulo I encontramos dos aspectos importantes que conviene destacar para entenderlo mejor. El primero se refiere al tema de la conversación que el cura y el barbero le sacan a don Quijote. Es un tema de gobernanza: la razón de estado o gobierno, es decir, el conjunto de reglas y preceptos políticos para mantenerse en el poder.
 Generalmente, cuando se viven situaciones de crisis financieras, manifestadas en subidas de impuestos, guerras, aumento de precios…etc., el tema de los arbitrios era frecuente que se sacara en las conversaciones . "Estos presuntos remedios más o menos fantásticos para los problemas económicos o políticos de la monarquía española, florecieron sobre todo en el siglo XVII, y Cervantes se contó entre los primeros en satirizarlos literariamente. En el Coloquio de los perros, un arbitrista propone que todos ayunen "una vez al mes a pan y agua" y el el dinero "se dé a su majestad". Rico, op. cit. Cervantes se burla de estos arbitristas que dan soluciones, diciendo que pusieron la república en una fragua para sacar otra nueva"

España, según el historiador y catedrático de la Sorbona Pierre Villar, en El Tiempo del Quijote, vivió la gran crisis decisiva del poderío español y la primera gran crisis de duda de los españoles; no hay que olvidar que las dos partes del Quijote son de 1605 y 1615.

Felipe II heredó de su padre una deuda de más de 20 millones de ducados y, la que dejó a su sucesor, parece que fue superior a los 100 millones de ducados. Tanto es así que en 1557 España realizó la primera suspensión de pagos; otras, según el economista y catedrático de la Universidad de Chicago Hamilton fueron en 1575, 1596, 1607 y 1647. Entró mucho dinero de las Indias, pero tal y como entraba se gastaba en guerras y mala administración. Se subieron mucho los impuestos.  Algunos de estos impuestos directos como las alcabalas suponían en torno a un 10% de todas las ventas que se realizaban. Según el catedrático de historia de la Universidad de Liverpool, John Lynch, en Monarquía e Imperio, en 1584, las familias segovianas pagaban seis veces más que en 1561. La subida de precios fue espectacular: el trigo andaluz pasa de los 430 maravedís por fanega en 1595 a 1.401 en 1598. No es de extrañar que con hechos económicos de este tipo abundaran en las conversaciones los temas de gobierno. En esta misma línea de pensamiento económico hay que destacar, siguiendo a Lynch, que Felipe II recibía consejos de todas partes sobre cómo poner orden en la economía.  Don Quijote, según le dice al cura también quiere colaborar con sus arbitrios o consejos al Rey. Este se debería hacer con un grupo de caballeros andantes como Amadís, Palmerín y Roldán. “…de éstos…quisiera yo que fueran los de mi arbitrio, que, a serlo, su Majestad se hallara bien servido y ahorrara de mucho gasto”. Como vemos, después del reposo, don Quijote no se ha curado y sigue viviendo anclado en su alienación.
Otro de los temas que aparece en este capítulo es el de los gigantes. "Estos estaban presentes en los libros de caballerías...en estos libros el gigante aparece como un motivo general de deformidad física, en el que también se incluyen enanos, jorobados, tuertos y pretenden introducir comicidad" Muñoz Machado. Cervantes, págs 320-322. Sobre la "Razón de Estado", véase este mismo autor, pág,. 398- 404

Hemos visto que en este capítulo, que el tema de la locura  aparece de nuevo en los consejos de don Quijote y en los cuentos que narra el barbero. Como ya dije en varios comentarios anteriores, Cervantes tuvo como referencia el libro del médico de Baza, Huarte de San Juan, Examen de ingenios. El médico Rafael Salillas, en el centenario de 1905,  citando al historiador de la ciencia, José Luis Peset, en Melancólicos e inocentes, señala el origen de don Quijote en Huarte: “ Las almas se tienen que acomodar a los temperamentos, ya no son libres, como explicará Descartes al insistir en su imperfección al asentarse en el cuerpo”. Lo anterior es lo que actualmente se entiende por determinismo de base genética, tal y como se suele explicar gran parte de las enfermedades mentales.  
Unamuno, cuando interpreta este capítulo, lo hace sobre la base de la respuesta de don Quijote al barbero: “!Ah, señor rapista, señor rapista, y cuán ciego es aquel que no ve por tela de cedazo”. es decir, que no percibe lo evidente (F. Rico. op.cit. pag. 555) Muchos son los ciegos en estos tiempos que corren.
El cervantista y catedrático de Estudios Hispánicos de la Universidad de Edimburgo, Edward C. Riley comenta este capítulo, señalando en primer lugar la importancia que en la segunda parte cobra el narrador Benengeli. Este capítulo se centra en la duda que el cura y el barbero tienen de la salud mental de don Quijote.
Lo que caracteriza formalmente este capítulo y los seis siguientes va a ser el diálogo, un ritmo más pausado y un don Quijote con un trato social más normal.
Se estructura este capítulo, dando cuenta de las conversaciones que eran corrientes en la época: el gobierno del estado. Para probar el estado de don Quijote, el cura saca el tema del ataque de la armada turca, Don Quijote, revela su plan para hacerles frente: traer a los caballeros andantes que hay en el reino. Este plan es el que propondría al Emperador.  Esto demuestra que su locura sigue intacta y al mismo tiempo, vemos la crítica que Cervantes realiza a los arbitristas que tanto abundaban en este período. Ellos están tan locos como don Quijote. Los cuentecillos sobre los locos, los relaciona el profesor Riley con la anécdota que puso Cervantes en el prólogo, dirigida a Avellaneda,

jueves, 7 de julio de 2011

SEGUNDA PARTE DEL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA. PRÓLOGO

Inicia Cervantes su prólogo, diciéndole al lector que probablemente espere expresiones de rabia y vituperios contra el autor del segundo don Quijote, pero él no va a caer en esa tentación, porque “los agravios despiertan la cólera en los más humildes pechos, en el mío ha de padecer excepción esta regla”…”castíguele su pecado, con su pan se lo coma y allá se lo halla” ( Estas tres frases significan lo mismo: “allá él, él sabrá lo que hace” )

Se queja de que el autor lo mote de viejo, manco y envidioso. Respecto a lo primero contesta “como si hubiese sido en mi mano detener el tiempo”. ..”hase de advertir que no se escribe con las canas, sino con el entendimiento, el cual suele mejorarse con los años”. Tocante a lo segundo, que su manquedad no ha nacido en una taberna, sino “en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros ( alusión a la batalla de Lepanto (7-10-1571) donde Cervantes quedó imposibilitado de la mano izquierda) Si mis heridas no resplandecen en los ojos de quien las mira, son estimadas, a lo menos, en la estimación de los que saben dónde se cobraron; que el soldado más bien parece muerto en la batalla que libre en la fuga". Referente a lo tercero, “de dos envidias que hay, yo sólo conozco sino a la santa, a la noble y bien intencionada”, ( es decir, la envidia sana, que promueve la emulación hacia los mejores, con intención de superarse)

Afirma que no se siente agraviado por ese autor, pues comprende que a veces el demonio puede hacerle creer a un hombre que puede escribir un libro con el que ganar fama y dinero.  Para ilustrarlo le cuenta dos cuentos de locos.

Uno cogía un perro y con un canuto, lo inflaba, preguntándoles después a los circunstantes: “¿Pensarán vuestras mercedes ahora que es poco trabajo hinchar un perro?. ¿Pensará vuestra merced ahora que es poco trabajo hacer un libro?.

El otro lanzaba piedras sobre los perros, en una de las ocasiones lo vio el dueño de uno y cogiendo una vara, no le dejó al loco un hueso sano, diciéndole “¿No vistes cruel que era podenco (perro de caza, muy estimados en la caza para rastrear)  mi perro?. Desde ese momento, el loco cuando veía un perro, decía “Éste es podenco, ¡guarda! (Cuidado)”. De la misma manera, cree Cervantes que le puede ocurrir a ese autor, que no descargue más su ingenio en libros, pues le salen malos y “más duros que las peñas”.

Por último, respecto a que con su falso Quijote le va a quitar ganancias en las ventas,  le dice que no le importa, pues  tiene la protección del Conde de Lemos y la caridad del ilustrísimo de Toledo; a estos dos príncipes les está agradecido por su ayuda, pues “la honra puédela tener el pobre, pero no el vicioso; la pobreza puede anublar a la nobleza, pero no escurecerla del todo; pero como la virtud dé alguna luz de sí, aunque sea por los inconvenientes y resquicios de la estrecheza, viene a ser estimada de los altos y nobles espíritus, y, por consiguiente, favorecida. Continúa diciendo que la segunda parte que le da al lector es cortada del mismo artífice y del mismo paño que la primera.”. Dado que “la abundancia de las cosas, aunque sean buenas, hace que no se estimen, y la carestía, aun de las malas, se estima en algo” quiere presentar un Quijote “dilatado” y finalmente muerto y sepultado, para que ninguno se atreva a levantarle nuevos testimonios.

Comentario

El año 1614, nueve años después de la aparición de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, se publicó con pie de imprenta de Tarragona el Segundo tomo del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Contiene su tercera salida y es la quinta parte de sus aventuras. Está compuesta por el licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, natural de la villa de Tordesillas.”

Ya desde el inicio, en el mismo prólogo, utiliza el autor una serie de expresiones viles contra Cervantes. Su abyección llega a tal, que pretende denigrar tanto la inmortal obra, como a su autor, Cervantes: a) Trata la historia de don Quijote “Como casi una comedia”; b) Lo trata de manco “…y digo manco, pues confiesa de sí que tiene solo una”;  c) Viejo “ Y pues Miguel de Cervantes es ya de viejo como el castillo de San Cervantes”; d) Deslenguado: “tiene más lengua que manos”.

Dicho lo anterior, lo acusa de ofender a dos personas: a quien escribe el prólogo y “particularmente a quien tan justamente celebran las naciones más extranjeras”, en clara alusión a Lope de Vega.

Por último lo acusa de envidioso, pero lo exculpa en lo yerros dado que “el haberse escrito entre los de una cárcel; y así no pudo dejar de salir tiznada de ellos, ni salir menos que quejosa, murmuradora, impaciente y colérica, cual lo están los encarcelados”.

Como vemos, el anónimo autor, desea iniciar una guerra con Cervantes. Este, en 1615 publica la continuación del libro con el título de Segunda parte de don Quijote de la Mancha; había suprimido lo de "ingenioso hidalgo"  con que aparecía en la primera de 1605. En el prólogo contesta desde la serenidad, pero con humor y fina ironía a los insultos e injurias (viejo, manco, murmurador y envidioso) que contra él había dirigido Avellaneda en falso Quijote de 1614

Es probable q"venganzas, ue Cervantes conociera quién era el autor del falso Quijote, pero no lo quiso decir para no darle celebridad. “El duelo verbal, como apunta el catedrático de Literatura Española de la Universidad de Harvard, Avalle Arce, entre los dos autores, termina con un Avellaneda despachurrado. Cervantes lo inicia desde la ecuanimidad, utilizando la figura de la preterición, -que consiste en aparentar que se quiere omitir lo que se está diciendo-. Su saña se expresa a través de un nublado de dos chistosos cuentos de locos (Avalle Arce). Con el primer cuento, de acuerdo con el cervantista y académico y comentarista del Quijote Diego Clemencín, parece que Cervantes quiso indicar que Avellaneda “no hizo más que llenar un libro de futilidades y viento, como el loco del perro”.

Las draconianas expresiones de Avellaneda pretendían ajar la inmortal obra y a su autor, pero la palabra cervantina va tejiendo una dialéctica, desde la ecuanimidad, que terminan con los dislates del apócrifo autor.
Uno de los máximos especialistas del Quijote, el catedrático de la Universidad de Paris, Jean Canavaggio, sostiene, en un artículo publicado en Babelia: Piratear el "Quijote!, que "la edición del Quijote de Avellaneda a cargo de Luis Gómez Canseco es la mejor para entender el famoso apócrifo". Es sabido que "se ha identificado al misterioso Avellaneda con más de 40 personajes, desde un amigo y protector de Lope, el duque de Sesa, hasta Lope de Vega, quien de hecho bien pudo haber escrito el prólogo. Martín de Riquer pensó en Jerónimo de Pasamonte, el soldado-escritor que inspiró a Cervantes el personaje del galeote Ginés. "Gómez Canseco no ha encontrado la salida de este laberinto. Este último autor, en el artículo "De 1605 a 1615: Relaciones y dependencias textuales", después de elucidar perfectamente el libro, mediante una revisión estadística,  sostiene que "Pudiera pensarse, visto lo visto, que Cervantes es tan imitador de Avellaneda como lo fue él suyo. Pero no es así. Cervantes tomó materiales del contrario para construir una obra nueva, distinta a la del imitador, pero también distinta a su primera parte. No sólo intensificó el diálogo entre los personajes, sino que atenuó la locura del hidalgo y redujo el número de episodios meramente cómicos".

El catedrático de Literatura Española de la Universidad de Nueva York, ElíasL. Rivers, comenta el prólogo y la dedicatoria al conde Lemos, mecenas de Cervantes y virrey de Nápoles. Después de señalar la intertextualidad que se va a encontrar el lector en la segunda parte del Quijote, en la que aparecen personajes que han sido lectores de la primera.
Señala el profesor Rivers la habilidad de Cervantes para establecer una relación de complicidad con el lector, muestra cómo Cervantes, utilizando la figura retórica de la praeteritio, ( consiste en declarar que se omite o pasa por alto algo, cuando de hecho se aprovecha para llamar la etención y castigar, aquello que se dice pasar por alto),   suelta Cervantes las venganzas y riñas" que espera el lector, rogándole que le transmita al falso Avellaneda los dos cuentos de los perros y la violencia física.
Por último, en la dedicatoria al Conde de Lemos, Cervantes inventa una correspondencia con el emperador de China, quien le dice que quiere fundar un colegio para que se aprenda español y quiere que sea Cervantes el rector. Cervantes la rechaza porque tiene el apoyo del Conde de Lemos,