lunes, 23 de mayo de 2011

CAPÍTULO XXXVIII. CONCLUYE EL DISCURSO DE LAS ARMAS Y LAS LETRAS

Después de haber hablado de las estreches económicas del estudiante, pasa don Quijote a disertar sobre las del soldado. Es el más pobre, pues tiene que vivir de su paga, que llega tarde o nunca; cuando esto ocurre, tiene que garbear (robar sin violencia) lo que puede, con peligro de su vida o su conciencia. La escasez es tanta que a veces se tiene que vestir y tapar por la noche con un coleto acuchillado (un vestido de piel roto) pasando hambre y miseria.
Vuelve a comparar al soldado con el  letrado; mientras al primero cuando es herido en la batalla y lo gradúan le ponen una borla en la cabeza, es decir, unas vendas para curarlo, al letrado cuando se gradúa le ponen un gorro que lleva una borla en la cabeza,  porque de faldas, (togas de los letrados)  (que no quiero decir de mangas (sobornos) todos tienen en qué entretenerse (sustentarse) Concluye que el trabajo del soldado es mayor y el premio es menor. A los letrados se les premia con darles oficio en el reino y a los soldados con una paga que suele ser pequeña porque es parte de la hacienda del señor a quien sirven;  pero desiste de continuar por este camino (dejemos esto aparte, que es laberinto de muy dificultosa salida).
Pasa a continuación a preguntarse por la preeminencia de una y otra. A manera de juez que oyera a las dos, deja oír los argumentos: Según las letras,” sin ellas no se pueden sustentar las armas, porque las guerras también tienen sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes caen debajo de lo que son letras y letrados”. Responden las armas que “con ellas  se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos… Y es razón averiguada que aquello que más cuesta, se estima y debe estimar en más”.
Pasa después a explicar las dificultades que tienen que pasar los que quieren ser eminentes en los estudios y en la milicia: al primero muchos sacrificios; al segundo, sacrificios más riesgo de muerte.

Prosigue don Quijote "describiendo el modo con que los soldados de infantería tenían que luchar en la mar, sus peligro, su valentía. "Y si este parece pequeño peligro, veamos si le iguala o hace ventaja el de embestirse dos galeras por las proas ...las cuales enclavijadas y trabadas no le queda al soldado más espacio del que conceden dos pies de tabla del espolón (punta de hierro de la proa; lugar por donde solían comenzar los abordajes); y con todo esto, viendo que tiene delante de sí tantos ministros de la muerte...y viendo que al primer descuido de los pies iría a visitar los profundos senos de Neptuno...y se pone a ser blanco de tanta arcabucería...Y lo que más es de admirar: que apenas uno ha caído...cuando otro ocupa su mismo lugar" Examina los riesgos provocados por la pólvora, para decir “Bien hayan aquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos endemoniados instrumentos de la artillería, a cuyo inventor tengo para mí que en el infierno se le está dando el premio de su diabólica invención” 

Cuando terminó el discurso todos elogiaron el buen discurrir de nuestro caballero, el cual sólo se obscurecía cuando hablaba de la caballería.

La ventera, su hija y Maritornes prepararon el camaranchón de don Quijote para las mujeres que estaban presentes aquella noche. Don Fernando pidió al cautivo que les contara su vida. Una vez que todos se callaron dio comienzo a su relato.

Comentario

En el discurso de las armas y las letras, se mezclan, como muy bien demuestra el especialista en Literatura del Siglo de Oro y profesor de la Universidad de la Florida Ricardo Castells, en La modernidad y el arte de la guerra en el discurso de las armas y las letra en Don Quijote,  dos puntos de vista: a) El de don Quijote; b) El de Alonso Quijano.
Como don Quijote, empieza por decirles a los oyentes que se encuentran en un castillo, cuando en realidad están en la venta de Juan Palomeque el Zurdo; por lo tanto habla el orate. A partir de aquí se inicia el discurso de Alonso Quijano, persona razonable y culta. De lo primero son testigos los presentes. El cura le dijo que “tenía mucha razón en todo cuanto había dicho”. Se cumple aquí la teoría del médico y filósofo del XVI Huarte de San Juan en su Examen de Ingenios”, explicada en capítulos anteriores. 
El centro de interés del discurso de las armas y las letras está relacionado con aspectos de la vida de Cervantes. Muñoz Machado, en Cervantes, pág. 393-398, nos dice que este famoso discurso "es ante todo un recordatorio del escritor sobre sus desatendidos méritos  bélicos cuando combatió en Lepanto, de pie en un mínimo esquife, al lado de la galera en la que estaba enrolado, aguantando las embestidas de los barcos turcos".
En 1580 Cervantes regresa de Argel, ya en España, solicita un puesto en la administración de las Indias, había en esa época puestos vacantes. No se le concedió ninguno, contestándole "busqué por acá", dándoselos a personas del mundo del derecho, familiares de los que trabajaban en la administración. 
"La facilidad de los hombres de letras (quiere decir siempre los hombres de derecho que trabajan para los consejos y oficios públicos, no los escritores) para obtener puestos en la Administración de la monarquía le llevan a repetir que sus méritos son notablemente inferiores a los que han arriesgado su vida en batallas terribles". Muñoz Machado op.cit.
Más adelante, don Quijote vuelve a referirse al discurso de la Edad Dorada en los siguientes términos:    " Bien hayan aquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos endemoniados instrumentos de la artillería, a cuyo inventor tengo para mí que en el infierno se le está dando el premio a su diabólica invención”.
Las referencias anteriores a la artillería y con ello a la pólvora es uno de los tópicos propios del Renacimiento y el Barroco, como demuestra el historiador y catedrático de la Universidad de Madrid, José Antonio Maravall, en Utopía y contrautopía en el Quijote. Por otra parte se vendrían a corresponder con las armas de destrucción masiva de hoy en día. El gran cambio al que alude don Quijote, según Maravall, se debe a “la introducción, en la época moderna, de dos novedades decisivas: las armas de fuego y el espíritu de cálculo, manifestaciones ambas de la racionalidad que caracteriza la Edad Moderna y a su creación política: El Estado(…) No menos son creación del espíritu del cálculo las nuevas armas de pólvora, cuyo manejo estriba en combinar operaciones matemáticas cada vez más complicadas”.
El Catedrático de la Universidad Complutense Lucía Mejías en el libro: La Juventud de Cervantes, Una vida en construcción, págs. 145-163 escribe que "En el famoso discurso de las armas y las letras, en boca de don Quijote se describe el modo con que los soldados de infantería tenían que luchar en la mar, sus peligros, su valentía que es vivida por el propio Cervantes, que es la de su hermano Rodrigo, que es la de tantos que se encuentran en este momento en la batalla. Cervantes se está refiriendo a la batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571), en la que perdió su mano izquierda. A ella fue aludiendo y reivindicando como "la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes ni esperan ver los venideros". Fue una de las más sangrientas e inútiles batallas de la historia: unas 61000 víctimas, entre muertos y heridos en tan solo seis horas de enfrentamiento". 
En la Epístola a Mateo Vázquez, dice Cervantes, refiriéndose a esta batalla..."Vi el formado escuadrón roto y deshecho/ y de bárbara gente y de cristiana/rojo en mil partes de Neptuno el lecho"










   















  

  

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