miércoles, 21 de marzo de 2012

SEGUNDA PARTE. CAPÍTULO LVII. DON QUIJOTE ACUSADO DE LADRÓN POR ALTISIDORA









Don Quijote sentía la necesidad de salir del castillo de los duques porque estaba cansado de encontrarse ocioso y porque consideraba que en el cielo le pedirían cuenta por haber abandonado su misión: ayudar a los necesitados.

La duquesa entregó a Sancho las cartas de su mujer. Lloró éste cuando vio cómo habían cambiado las ilusiones de Teresa al verlo gobernador, convertidas ahora en la frustración de tener que seguir con las aventuras de su señor don Quijote. No obstante le quedaba la satisfacción de ver el buen comportamiento de su esposa cuando le mandó bellotas a la duquesa. Esto no se podía interpretar como soborno, sino como prueba de agradecimiento por el bien recibido; él había obrado en conciencia y se resignaba de acuerdo con el refrán: “Desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano” (hay que conformarse cuando no se saca provecho de determinadas situaciones).

Al día siguiente, se encontraban en la plaza para salir, don Quijote y Sancho, éste con las alforjas bien provistas y, contento  porque, a escondidas de don Quijote, el mayordomo del duque le había entregado doscientos escudos de oro. De pronto, se oyó la voz de Altisidora entonando un romance satírico burlesco en el que se quejaba de haber sido abandonada por don Quijote al igual que otras famosas mujeres como Olimpia, abandonada por su esposo Vireno y,  la reina Dido, abandonada por Eneas; lo calificaba de falso, monstruo y burlador que se llevaba lo más íntimo de sus entrañas. Le deseaba que nunca Dulcinea fuera desencantada y lo acusaba de haberle robado  tres tocadores ( gorros de dormir) y unas ligas.

La duquesa se admiró del ingenio y  desenvoltura de Altisidora. El duque quiso reforzar la burla y lo retó a un duelo por ladrón si no le devolvía a su doncella las prendas que le había quitado.

Don Quijote le preguntó a Sancho por la verdad de lo que Altisidora dijo que le faltaba y éste contestó que los tocadores sí los llevaba, pero las ligas, como “por los cerros de Úbeda” (prov. que se dice del que va por camino equivocado. Se da a entender que lo que se dice no es cierto). Rehusó don Quijote enfrentarse al duque, argumentando que jamás había sido ladrón y que la doncella hablaba como enamorada, de lo cual él no tenía la culpa. Se disculpó Altisidora  de la acusación que le había hecho, pues las ligas las llevaba puestas.

Hizo don Quijote una reverencia a los duques y, cabalgando, seguido de Sancho, se dirigió a Zaragoza.



Comentario



Se inicia el capítulo contando el narrador cómo don Quijote no se sentía a gusto de estar encerrado en el castillo de los duques porque su conciencia le decía que estaba faltando a su principal misión: salir a los caminos y ayudar a los necesitados. De esto tendría que dar cuenta al cielo y no lo podía soportar. De aquí se deduce una crítica a los escrúpulos que la rígida interpretación religiosa puede ocasionar en la conciencia de las personas

Por otra parte, Sancho sentía la frustración que recibiría Teresa cuando se enterase que había dejado de ser gobernador para seguir a don Quijote en sus aventuras. Al mismo tiempo, refleja sus escrúpulos de conciencia, descartando el regalo de Teresa como soborno a la duquesa por haberlo nombrado gobernador. Dice haber obrado de acuerdo con la filosofía popular del refrán “Desnudo nací… y se descarga de cualquier escrúpulo de conciencia.

El tercer personaje, con voz propia en este capítulo es Altisidora. En su romance satírico burlesco nos descubre los entresijos de su alma alicaída por el abandono de don Quijote. Escenifica todo un cuadro de carnavalización literaria, en el sentido de Bajtin, por su conducta desvergonzada, la comicidad de las acusaciones –don Quijote le ha quitado las ligas y los gorros de dormir-y la mezcla de la hilaridad con lo dramático de resistirse Sancho a desencantar a Dulcinea.

También en este proceso de carnavalización literaria entraría el sarcasmo del duque acusando a don Quijote de ladrón, en una prueba más de lo que para estos personajes suponía el caballero andante. Pretendían reírse y lo hacían a cualquier precio. 

La profesora Monique Joly, destacada estudiosa de la mujer en Cervantes, focaliza el comentario de este capítulo en la sabiduría y picante  burla de Altisidora al compararse con la reina Dido y con Olimpia, abandonadas por sus respectivos maridos. La duquesa queda impresionada por la habilidad de Altisidora en manejar la burla verbal; la colaboración del duque en la burla al insistir en que se le devuelvan las ligas que, según Altisidora se lleva don Quijote.
Considera la profesora Joly que Preciosa, el personaje de la La gitanilla y Altisidora son casos aparte de las mujeres cervantinas: las dos comparten picardías y aunque son diferentes, "representan  el punto extremo de la experiencia cervantina  en torno al tema de la mujer, cuya desenvoltura no pasa de unos límites que ellas saben medir gracias a su discreción "






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