martes, 15 de mayo de 2012

SEGUNDA PARTE. CAPÍTULO LXXII. DECLARACIÓN JUDICIAL DE DON ÁLVARO TARFE




Pasaron aquel día en el mesón, esperando la noche: Sancho para terminar los azotes; don Quijote para verlos terminar. Llegó al mesón un caballero, acompañado de sus criados. Uno, lo llamó don Álvaro Tarfe ( Es,  en efecto, un personaje del Quijote de Avellaneda, que lo presenta camino de Zaragoza). Don Quijote le dijo a Sancho que ese nombre lo había visto él cuando hojeó la segunda parte.

La mesonera le dio al caballero una habitación al lado de la de don Quijote. En el portal del mesón se presentaron; Don Álvaro le dijo que era amigo de don Quijote y que en Zaragoza intervino para que no le azotase el verdugo.

Después de haberle contado estos incidentes, don Álvaro llegó a la conclusión de que estaba delante de los auténticos don Quijote y Sancho. Dijo Sancho que nada tenía que ver él, con el falso, soso y ladrón Sancho Panza; que era él quien tenía más gracias que lluvias y su señor era el valiente y generoso caballero don Quijote de la Mancha. Le manifestó su conformidad don Álvaro y para demostrarle don Quijote que no era el mismo que el de Avellaneda, le dijo que nunca había estado en Zaragoza; que no quiso ir allí, “por sacar a las barbas del mundo su mentira, y, así, me pasé de claro a Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y belleza, única”. Le pide a continuación que declare delante del alcalde del lugar que ni él, ni Sancho eran los que aparecían en la ya impresa segunda parte.

Era la hora de la comida. Entró el alcalde del pueblo con un escribano. A petición de don Quijote, don Álvaro declaró que no era el mismo don Quijote “que estaba allí presente que el que aparecía impreso en una historia intitulada Segunda parte de don Quijote de la Mancha, compuesta por un tal de Avellaneda, natural de Tordesillas.”

Llegó la tarde, abandonaron el mesón y a eso de media legua cada uno tomó su camino: don Quijote a su aldea; don Álvaro a Granada, calificada por don Quijote como ¡buena patria!. Aquella noche Sancho cumplió la penitencia con su fingida flagelación, con lo que quedó don Quijote contento e ilusionado, esperando la llegada del día para poder ver desencantada a Dulcinea y topársela en su camino a la aldea.

Con estos pensamientos y deseos subieron una cuesta, desde la cual se divisaba su aldea. Sancho se apeó del rucio e hincándose de rodillas, saludó emocionado a su patria a la que regresaba, “si no muy rico, muy bien azotado”; don Quijote, vencido por brazos ajenos, pero vencedor de sí mismo, que era la mayor victoria que pudiera desearse. Dice Sancho haber salido con dinero por los azotes que se ha dado, hecho que es recriminado por don Quijote e, imaginándose la nueva vida pastoril, bajaron la cuesta, camino de su aldea.



Comentario

En la venta en la que Sancho termina de darse los fingidos azotes que le faltan para desencantar a Dulcinea, encuentra don Quijote a uno de los personajes importantes del Quijote de Avellaneda: Don Álvaro Tarfe ( (Es un personaje del Quijote de Avellaneda, que lo presenta camino de Zaragoza). No cabe duda de que Cervantes muestra simpatía por este personaje porque va a ser el testigo que le diga al mundo la falsedad del Quijote ya impreso, compuesto “por un tal de Avellaneda, natural de Tordesillas”; pero además, nos lo presenta como un caballero, acompañado de sus criados, que busca pasar la siesta en una posada que “parece limpia y fresca”.  El caballero muestra buenas costumbres, ya que después de llegar, se vistió con ropas adecuadas al verano. En el Quijote de Avellaneda también fue muy bien tratado Alvaro Tarfe. Se decía que “descendía del antiguo linaje de los moros Tarfes de Granada, deudos cercanos de sus reyes y valerosos por sus personas”.  

Pues bien, este caballero, cuyas opiniones son significativas, es el que elige don Quijote para que realice una declaración judicial en la cual constase que “él no era ese desventurado que ha querido usurpar mi nombre y honrarse con mis pensamientos”. La declaración se hizo con todos los requisitos legales, “con lo cual quedaron don Quijote y Sancho muy alegres, como si les importara mucho semejante declaración y no mostrara claro la diferencia de los dos don Quijotes y la de los dos Sanchos sus obras y sus palabras”. Cervantes nos quiere decir que en ciertas circunstancias, en el mundo social, los documentos judiciales legalizados son las pruebas necesarias para validar hechos como éstos: las falsedades literarias

 Abandonaron la venta y se despidieron: Don Quiote a su aldea y don Álvaro a Granada. Se ha comparado el regreso de Tarfe a Granada con el de Ricote, vecino de Sancho, a su pueblo: los dos son moriscos, en buena posición económica y por los cuales muestra simpatía Cervantes.

Una vez más, el tema del engaño, muy presente en la obra, y que he ido analizando a lo largo de los capítulos, lo encontramos aquí: el de Avellaneda ha querido engañar al mundo, llevado de la fama del Quijote auténtico y, Sancho, una vez más, engaña a don Quijote con sus falsas flagelaciones. Don Quijote ha vivido engañado con la promesa de Merlín “y siguiendo su camino no topaba mujer ninguna que no iba a reconocer si era Dulcinea del Toboso, teniendo por infalible no poder mentir las promesas de Merlín”.

Cuando ven su aldea, Sancho manifiesta el sentido que tuvo para él su salida. Quiso solventar su situación económica y ganar dinero, como muchos labradores contemporáneos suyos, de ahí que diga: “Abre los ojos, deseada patria, y mira que vuelve a ti Sancho Panza tu hijo, si no muy rico, muy bien azotado. Abre los brazos y recibe también tu hijo don Quijote, que, si viene vencido de los brazos ajenos, viene vencedor de sí mismo, que según él me ha dicho, es el mejor vencimiento que desearse puede”. Otra vez, dos valores opuestos: el realismo económico frente a la autenticidad y la aceptación de sí mismo.  Don Quijote “viene vencedor de si mismo”, porque ha aceptado su derrota con lo que esto implica: entrar en la vida pastoril, donde según él “daremos  vado a nuestra imaginaciones” .  Este vencerse a sí mismo, es una máxima estoica, que tiene, según Fernando Ramos Feito, en Dos notas sobre el Quijote y la tradición clásica, su origen el Libro I de la Leyes de Platón Allí, en el diálogo entre un cretense y un lacedemonio, después de revisar las clases de guerras, se refieren a la guerra personal que puede tener una persona cuando hay discordancia entre los impulsos: “Y en esta guerra, el vencerse uno a sí mismo es la primera y la mejor de todas victorias”. 
                                                
Dejo para el final del comentario el fervoroso elogio de Cervantes a Barcelona, pues como muy bien escribe Agustín -G de Amezúa, en" Cervantes, creador de la novela corta española" "De ninguna otra provincia de España ni habitadores suyos escribió Cervantes tantos y tan calurosos elogios...". Hay que señalar, como muy bien resalta Martín de Riquer en Cervantes en Barcelona, que el autor del Quijote tenía un gran aprecio por esta ciudad, lo puso de manifiesto ya en Las dos doncellas,  impresa en 1613, cuando los personajes llegan a la ciudad: "Admiroles el hermoso sitio de la ciudad y la estimaron por flor de las bellas ciudades del mundo, honra de España, temor y espanto de los circunvecinos y apartados enemigos, regalo y delicia de los moradores, amparo de los extranjeros, escuela de la caballería, ejemplo de lealtad y satisfacción de todo aquello que de una grande, famosa, rica y bien fundada ciudad puede pedir un discreto y curioso deseo.". Esta alabanza la vuelve  la vuelve a reiterar en este capítulo LXXII, impreso en 1615. 
Los encomios de Cervantes a Barcelona "fueron objeto de dos pormenorizados estudios, titulados  Elogios de Cervantes a Barcelona , de Juan Suné Benages, y el segundo Cervantes y sus elogios a Barcelona, de Manuel Montoliu y José Mª Casas.
De los mencionados encomios a Barcelona, la tradición ha querido inferir que Cervantes vivió en Barcelona, y de hecho se señala la casa situada en el Paseo Colón nº2, como la casa de Cervantes. Es
fácil pensar que "Cervantes fue muy bien acogido en Barcelona... "albergue de los extranjeros", donde se le trató con extrema cortesía "archivo de cortesía". Pero es rigurosamente cierto que Cervantes, en ninguna de sus obras, afirmó que hubiese residido en Barcelona y que no se conoce ningún documento fehaciente contemporáneo que atestigüe que en algún momento de su existencia el escritor morara en la capital catalana". Riquer, libro citado, pág.17
Estos encomios a Barcelona le sirven de acicate al lector para entender mejor esta hermosa ciudad. 
La profesora de Literatura Española de la Universidad de Palermo María Caterina Ruta, comenta este capítulo focalizando la importancia de don Alvaro Tarfe como personaje de ficción del que se vale  Cervantes para castigar al de Avellaneda. La tesis que sostiene la autora es que los dos Alvaros comparten rasgos comunes: "modales aristocráticos, riqueza y cultura"; Encuentra el mérito del Álvaro cervantino en que de una manera "adecuada a las circunstancias desmiente a Avellaneda y certifica  la autenticidad de la pareja cervantina". 
"Utilizando las mismas armas del otro escritor, Cervantes parece confirmar la legalidad de la imitación. Con su sonrisa irónica le está enseñando a Avellaneda un uso creativo de las invenciones ajenas"

3 comentarios:

  1. Don Alvaro Tarfe junto con otros dos caballeros granadinos fue a las Justas de Zaragoza y se hospedaron cuando pasaron por ¿Argamasilla de Alba?, uno en casa del cura , otro en casa del alcalde o regidor y otro en casa de don Quijote. (Un cura alternando con moriscos?)

    Fueron a las justas de Zaragoza a celebrar y honrar a San Jorge patrón de la milicia aragonesa por haber derrotado a los moros en la batalla de Alcoraz cerca de Huesca. Unos moriscos honrando a San Jorge que los derrotó?

    Cuando don Alvaro Tarfe (en el Quijote de Avellaneda), se hospeda en casa de don Quijote tienen una sabrosa conversación que lo aclara todo y que te copio:

    Siguiendo el texto de este Quijote suplantador, le vemos paseando por el patio de la casa con don Álvaro Tarfe y se produce la identificación de persona y de intenciones:

    Entretanto que la cena se aparejava començaron a passearse, el Caballero y don Quixote por el patio, que estava fresco, y entre otras razones, le preguntò don Quixote, la causa que le avía movido a venir tantas leguas a aquellas justas, y como se llamava: a lo cual respondió el Caballero, que se llamava don Alvaro Tarfe, y que descendía del antiguo linage de los Moros Tarfes de Granada, deudos cercanos de sus Reyes, y valerosos por sus personas, como se lee en las historias de los Reyes de aquel Reyno, de los Abencerrajes, Zegríes, Gomeles, y Mazas, que fueron Christianos, despues que el Chatholico Rey Fernando, ganò la insigne ciudad de Granada, y aora esta jornada por mandado de un Seraphin, en habito de muger, el qual es Reyna de mi voluntad, objecto de mis desseos, centro de mis suspiros, archivo de mis pensamientos, parayso de mis memorias, y finalmente consumada gloria de la vida que posseo. Esta como digo me mandò que partiesse para estas justas, y entrasse en ellas con su nombre, y le truxesse alguna de las ricas joyas y preseas, que en premio se les a de dar a los venturosos aventureros

    Además si don Alvaro Tarfe fuera morisco no podría vivir en Granada, en donde era un caballero reputado.

    Saludos

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    Respuestas
    1. Hay dos retratos de don Alvaro de Tarfe: uno es el que tú citas y que corresponde al que se puede ver en el cap. uno del apócrifo Quijote. De este personaje, que es el hilo conductor de varios capítulos, se vale Cervantes para denunciar el falso Quijote. Tanto el del apócrifo, como el don Alvaro del verdadero Quijote, que he comentado en este capítulo, corresponden a un morisco bien situado económicamente en la España del XVII.
      Encuentro muy convincente la explicación que sobre la génesis del personaje y el motivo de por qué acorta Cervantes la explicación genealógica de don Álvaro Tarfe, en el análisis que de este personaje realiza María Soledad Carrasco Urgoiti en "Don Álvaro Tarfe ("Quijote II, cap. 73.), morisco hidalgo). La autora sostiene y demuestra la convincente tesis de que "don Alvaro Tarfe representa a los moriscos de situación económica privilegiada que preferían cultivar su pequeño jardín recoleto a tratar de llevar adelante proyectos de vida ambiciosa. Cervantes les da cabida y respeta su silencio".
      Muchas gracias y un saludo.

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    2. Hay dos retratos de don Alvaro de Tarfe: uno es el que tú citas y que corresponde al que se puede ver en el cap. uno del apócrifo Quijote. De este personaje, que es el hilo conductor de varios capítulos, se vale Cervantes para denunciar el falso Quijote. Tanto el del apócrifo, como el don Alvaro del verdadero Quijote, que he comentado en este capítulo, corresponden a un morisco bien situado económicamente en la España del XVII.
      Encuentro muy convincente la explicación que sobre la génesis del personaje y el motivo de por qué acorta Cervantes la explicación genealógica de don Álvaro Tarfe, en el análisis que de este personaje realiza María Soledad Carrasco Urgoiti en "Don Álvaro Tarfe ("Quijote II, cap. 73.), morisco hidalgo). La autora sostiene y demuestra la convincente tesis de que "don Alvaro Tarfe representa a los moriscos de situación económica privilegiada que preferían cultivar su pequeño jardín recoleto a tratar de llevar adelante proyectos de vida ambiciosa. Cervantes les da cabida y respeta su silencio".
      Muchas gracias y un saludo.

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