martes, 8 de mayo de 2012

SEGUNDA PARTE. CAPÍTULO LXX. EL INGENIO DE DON QUIJOTE Y LA PERSPICACIA DE SANCHO DESCUBREN LAS TRAZAS DE ALTISIDORA




Sancho durmió aquella noche en la misma habitación que don Quijote, pero se hubiese excusado de ello si hubiera podido,  porque sabía que su señor no le dejaría dormir. En efecto, nada más entrar en la habitación, don Quijote le preguntó por la opinión que le merecía lo que había presenciado de la muerte de Altisidora. Sancho le contestó que la salud de la doncella,  “una joven más antojadiza que discreta”, nada tenía que ver con los alfilerazos que a él le habían dado, sino más bien con encantadores que había en el mundo, y que por favor, le dejara dormir porque “el sueño es alivio de las miserias de los que las tienen despiertos”.

(Cide Hamete cuenta a continuación, que el bachiller Sansón Carrasco pasó por el castillo de los duques, porque el mensajero que le llevó la carta a Teresa le dijo que éstos estaban allí. Se presentó y le contó su plan al duque. Este, a su vez, le habló de  las burlas y engaños que les habían hecho. El bachiller salió en busca de don Quijote. El duque le había pedido que una vez se enfrentase con  don Quijote, pasase por allí y le contase lo ocurrido. Enterado el duque de que don Quijote regresaba vencido, camino de su aldea, mandó a sus hombres que lo buscasen por todos los caminos y lo trajesen. Cide Hamete, concluye diciendo que “tiene para sí ser tan locos los burladores como los burlados…”.)

A la mañana siguiente se presentó Altisidora, vestida con una túnica corta, en el aposento en que ellos se encontraban. Don Quijote rápidamente se cubrió con la ropa de la cama. Altisidora, sentada junto a la cabecera de don Quijote y, tomando como referencia el verso de Garcilaso: ! Más duro que mármol a mis quejas! le dijo que había perdido la vida por haber reprimido honestamente el amor que por él sentía y que no la hubiese recuperado si Sancho no se hubiera martirizado. Le preguntó Sancho por lo que había visto en el infierno.

Le dijo Altisidora que desde la puerta vio cómo unos diablos jugaban a la pelota (con las almas de los condenados, según la imaginación medieval (F.Rico)) con unas palas de fuego. Lo hacían con libros muy poco provechosos y todos los destrozaban. Se sorprendió porque uno de esos libros, nuevo y reciente, compuesto por un autor que dice ser de Tordesillas, titulado: Segunda parte de la historia de don Quijote de la Mancha, lo destrozaron por completo y lo arrojaron a los abismos. Dijo don Quiote que no le sorprendía nada la visión de Altisidora, porque “No hay otro yo en el mundo”. A continuación le dijo don Quijote que sentía que hubiese sufrido y muerto por él, pues nada podía hacer porque su corazón era de Dulcinea y “nadie se puede obligar a lo imposible”. Altisidora, llena de ira le increpó llamándolo “don bacallao” (escuálido, amojamado) y “don vencido”, que su amor había sido fingido y que jamás hubiese dejado morirse por él. Sancho intervino para decir que “esto del morirse los enamorados es cosa de risa: bien lo pueden ellos decir, pero hacer, créalo Judas”.

A continuación entró el músico que entonó las estancias la noche anterior y dado que algunos de los versos pertenecían a Garcilaso le preguntó don Quijote que qué tenían que ver con la muerte de Altisidora. El músico le respondió: “No se maraville vuestra merced de eso (…), que ya entre los intonsos poetas (principiantes) de nuestra edad se usa que cada uno escriba como quisiere y hurte de quien quisiere, venga o no venga a pelo de su intento, y ya no hay necedad que canten o escriban que no se atribuya a licencia poética”. Entraron después los duques. La duquesa le pidió su opinión sobre Altisidora; don Quijote le contestó que “todo el mal de esta doncella nace de la ociosidad, cuyo remedio es la ocupación honesta y continua”. Sancho coincidió con don Quijote. Entró Altisidora y volvió a escenificar improperios contra don Quijote. El duque respondió con los siguientes  versos de un romance;  “Porque aquel que dice injurias / cerca está de perdonar” ( se refiere a los enamorados)

Después de comer con los duques, partieron del castillo.



Comentario

Analizado el capítulo desde el realismo filosófico, nos llevaría a los siguientes hechos: Sancho, si hubiera podido, no hubiera dormido en la misma habitación que don Quijote porque sabía que no lo dejaría dormir, ya que había vivido muchas sorpresas, especialmente la muerte de Altisidora por el desamor que éste le demostró. Sus pronósticos se cumplen y nada más entrar en la habitación, don Quijote le pregunta: “¿Qué te parece, Sancho, del suceso de esta noche?. Sancho le responde que nada tenía nada que ver con ella, que era una “doncella más antojadiza que discreta (…) Ahora sí que vengo a conocer clara y distintamente que hay encantadores y encantos en el mundo, de quien Dios me libre, pues yo no me sé librar”. Los encantadores son los hombres y los encantos, las mentiras y engaños que trazan. Sancho se dio cuenta ya, en el capítulo anterior,  cuando le echaron encima el sambenito y le pusieron el capirucho pintado con llamas y diablos: “como no le quemaban no las estimaba en dos ardites”.  Cuando le dicen que tiene que sufrir los alfilerazos y los pellizcos, contesta: “¡Esas burlas a un cuñado, que yo soy perro viejo, y no hay conmigo tus, tus!”, es decir, a otro con estas bromas, que a mi no me engañáis. De acuerdo con lo anterior, lo único que desea es dormir, porque “el sueño es alivio de las miserias de los que las tienen despiertos”. Efectivamente, desgracia e infortunio, es lo que tuvo él, por culpa de las mentiras y burlas de los duques.

Esta interpretación realista, basada en la identificación encantadores con embusteros y mentirosos, se vuelve a reiterar más adelante cuando Cervantes explica por boca de Cide Hamete cómo los duques le dijeron al bachiller: 1. La burla que Sancho había hecho a don Quijote “dándole a entender que Dulcinea estaba encantada y transformada en labradora; 2. La burla que ellos le habían hecho a don Quijote “con la traza del desencanto de Dulcinea, que había de ser a costa de las posaderas de Sancho; 3. El engaño de la duquesa a Sancho, queriéndole hacer creer que Dulcinea estaba encantada; 4. La brutal llamada de Altisidora a don Quijote: ¿Pensáis por ventura, don vencido y don molido a palos que yo me he muerto por vos?. Todo lo que habéis visto esta noche ha sido fingido”.; 5.  La interpretación de Sancho sobre las mentiras del desamor: “…esto del morirse los enamorados es cosa de risa: bien lo pueden ellos decir, pero hacer, créalo Judas”.

Asistimos después a la escena de Altisidora, sentada junto al lecho de don Quijote, como se sentó doña Rodríguez en el capítulo XLVIII. Sancho le pregunta por lo que ha visto en el infierno y ésta contesta narrando una escena quevedesca en la que los diablos van jugando con palas de fuego con los malos libros. Destaca entre ellos el falso don Quijote, tan malo que ni siquiera lo quieren para jugar.  Esto le sirve a él para decir que “No hay otro yo en el mundo”. Una frase a la que Unamuno, en Vida de don Quijote y Sancho, le atribuye una especial significación: “He aquí una sentencia que no hemos de olvidar nunca (…)Cada uno de nosotros es único e insubstituible(…)Cada cual de nosotros es absoluto.”. Personalmente entiendo que la frase anticipa la teoría de la individualidad del yo. El hecho de que se forma la conciencia por la interacción de la mente con el mundo que la rodea. Proceso individual que da origen a la persona. (Los que estén interesados por estos problemas pueden consultar el libro de Popper: El yo y su cerebro ).

La última escena en la que la duquesa le pregunta a don Quijote que si Altisidora ha vuelto a su gracia, éste le responde que “todo el mal de esta doncella nace de ociosidad, cuyo remedio es la ocupación honesta y continua”. Lo anterior, entiendo que lo dice don Quijote, desde un punto de vista irónico, ya que Altisidora le ha dicho que en el infierno, las doncellas pasan el tiempo haciendo randas (encaje de bolillos). “Y pues ella las debe de saber hacer, no las deje de la mano”.


Otras interpretaciones

1 Para el catedrático Avalle Arce, en Don Quijote como forma de vida, analiza toda la aventura de Altisidora como una parodia esperpentizadora del amor cortés: “El regocijado tono de las aventuras no nos debe hacer perder de vista el hecho fundamental de que todo el episodio está montado sobre lugares comunes del amor cortés. Si invertimos una vez más los papeles podemos decir que Altisidora es a Grisóstomo lo que don Quijote es a Marcela, y en la base de la tragedia, o de su parodia se halla el fiel amante”.

2. Para el catedrático Joaquín Casalduero, la actuación de Altisidora habría que situarla en el sentido educador de la novela, pues “la comedia de Altisidora –lo mismo sucederá con cierta comedia del Barroco, y aún más del Rococó- tiene como verdadero desenlace una lección para la vida práctica.”
3, Para la hispanista y catedrática de la Universidad de Montpellier Monique Joly, en su comentario a este capítulo,  destaca dos aspectos: a) El homenaje que Cervantes hace a la poesía de Garcilaso cuando Altisidora, increpa a don Quijote  por haberla desdeñado. Pone la doncella como base de su afrenta el verso de la Égloga I ! Oh más duro que mármol a mis quejas! Todo ello sirve para resaltar la farsa y burla de la representación burlesca de Altisidora.
b) La visita de Altisidora al otro mundo le sirve a Cervantes como pretexto para hacer un ataque a Avellaneda. Esto le sirve de prólogo para criticar las prácticas que usan los actuales poetas. También es significativo que entre en la habitación de don Quijote el músico y poeta que en el capítulo anterior cantó una estancia queriendo imitar a Garcilaso y le salió como aquel pintor de Orbaneja del capítulo 2.III, que pintaba "lo que saliere" 

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