Sancho se sentía triste por la
propuesta que el socarrón labrador le había hecho. No obstante, a pesar de que
todo eran problemas, sabía hacerles frente.
A todos los que con él estaban
les dijo: “Ahora verdaderamente entiendo
que los jueces y gobernadores deben de ser o han de ser de bronce para no
sentir las importunidades de los negociantes…Negociante necio, negociante
mentecato, no te apresures: espera sazón y coyuntura para negociar. Dirigiéndose al doctor Pedro Recio de
Tirteafuera, le dijo que sus recetas más quitaban la vida que la
daba, pues el ayuno al que lo sometía no era bueno para su naturaleza. El
médico se hizo eco de las quejas de Sancho y aquella noche le permitió que
cenara un salpicón (guiso) de vaca con cebolla y unas manos cocidas de ternera. Después de cenar, le pidió Sancho al médico que
le procurase dar comidas sencillas, nada de manjares exquisitos, sino ollas
podridas (“la que además de la carne, tocino y legumbres, tiene en abundancia
jamón, aves y embutidos”). Para que todo funcione bien les dice Sancho que no
se burlaran de él: vivamos todos y
comamos en buena paz y compañía, pues cuando Dios amanece, para todos amanece.
Yo gobernaré esta ínsula sin perdonar derecho ni llevar cohecho (ni admitir
soborno. Alude al refrán “Ni hagas cohecho, ni pierdas derecho”) y todo
el mundo traiga el ojo alerta y mire por el virote (mire por lo suyo), porque les hago saber que el diablo está
en Cantillana (está en todas partes. Alude al refrán “El diablo está en
Cantillana, urdiendo la tela y tramando la lana”). No, sino haceos miel, y comeros han las moscas (“sed blandos y abusarán de vosotros”).
El maestresala habló en nombre de
los insulanos para decirle que tenía razón en lo que decía y que todos en la
ínsula colaborarían con él. Sancho le contesta que es hora de salir a rondar
porque quiere mantener la ínsula limpia de holgazanes, ya que “la gente baldía y perezosa es en la
república lo mismo que los zánganos en las colmenas, que se comen la miel que
las trabajadoras abejas hacen”. Antes de salir les expuso su programa de
gobierno: " es mi intención limpiar esta ínsula de todo género de inmundicia y gente vagamunda, holgazana y mal entretenida...pienso favorecer a los labradores, guardar sus preeminencias a lo hidalgos, premiar a los virtuosos y, sobre todo, tener respeto a la religión y a la honra de los religiosos"
Cuando salían oyeron la riña de
dos hombres. Sancho y la comitiva que lo acompañaba se acercaron; les preguntó
que por qué se peleaban. Uno de ellos dijo que el otro, con jugadas dudosas,
había ganado dinero en una casa de juego, pero a él, estando como mirón, que las había apoyado, le quería dar una
propina despreciable. Le pedía una parte mayor. Sancho le preguntó al jugador
que si eso era verdad. Este le contestó que sí, pero que eran muchas las veces
que se las había dado y “los que esperan barato han de ser comedidos y tomar
con rostro alegre lo que les dieren”. El mayordomo le preguntó qué se debía de hacer.
Sancho le mandó al jugador que le diera cien reales al mirón y, treinta para
los pobres de la cárcel. El mirón, por no tener oficio ni beneficio, debía de
salir al día siguiente de la ínsula; el jugador se marchó a su casa.
Les comentaba Sancho a los
acompañantes su deseo de cerrar todas las casas de juego cuando un corchete le
trajo a un joven. Sancho lo interrogó, pero a todas las preguntas contestaba
con mucha ironía. Se sintió molesto por las respuestas y decidió que dormiría
en la cárcel, pero el joven mostró gran viveza y le contestó que no dormiría
por muchas cadenas y grilletes que le pusieran. Sancho reconsideró su mandato y
ordenó que lo dejasen en libertad, tras advertirle que no volviese a burlarse
de la justicia.
Dos corchetes le trajeron a una
joven vestida de hombre. Era hija de Diego de la Llana, un hidalgo principal
del pueblo. Les dijo la joven que su padre, desde que falleció su madre, hace
diez años, la había tenido encerrada en su casa.; pero no podía contener por
más tiempo sus deseos de ver mundo y había decidido aquella noche, vestirse de
muchacho y salir con su hermano, disfrazado de doncella, a recorrer las calles
de la ciudad. Otro corchete llegó con su hermano; Sancho comprobó que lo que la
joven decía era verdad. Según la joven no había sucedido nada más, solamente quería ver las calles de su ciudad. Los llevaron a su casa y Sancho les dijo que “de aquí adelante no se muestren tan niños,
ni tan deseosos de ver mundo, que la doncella honrada, la pierna quebrada, y en
casa, y la mujer y la gallina, por andar se pierden aína (pronto) , y la que es deseosa
de ver, también tiene deseos de ser vista”. (Refranes que advierten de los
riesgos a que se exponen las mujeres por no recogerse en su casa).
El maestresala se enamoró de la
joven y decidió ir a pedirla al día siguiente. Sancho barruntaba que el hermano
sería bueno para Sanchica.
Comentario
Entre las posibles lecturas de
este capítulo destaco las siguientes:
a) La que realiza el catedrático de la Universidad de Burdeos Maxime Chevalier. En la lectura que hace de este capítulo destaca: 1 El programa de gobierno de Sancho, ya expuesto en el resumen: "no es un programa revolucionario y nada tiene que ver con la utopía".; Los tres casos que soluciona Sancho : a) el del joven "que no le harán dormir en la cárcel; b) el de la riña entre el jugador ganancioso y el mirón; reflejo de la plaga social que había en España; c) el de la joven encerrada en casa y se viste de hombre porque quiere ver las calles de su pueblo; "esta aventura que el lector puede pensar que es semejante a otras en el libro: Dorotea y Fernando y, en este episodio se resuelve como dice la joven en " no ha ocurrido nada".
b) La
que realiza el profesor de Historia de la Universidad de Kansas Luis R. Corteguera en Sancho
quiere una ínsula: Cervantes y la política de los labradores gobernantes. La tesis que se defiende en el
artículo, muy convincente, es que con el modelo de gobierno que Sancho realiza,
Cervantes quiere que el lector se fije en el modelo del
buen gobernante. Sus premisas son: 1. Existe desde la antigüedad la opinión,
cuyos sus precedentes se encuentran en Platón, de que la sociedad debe ser
gobernada por los más formados intelectualmente; el vulgo y los iletrados no
estaban capacitados para ser gobernantes. Esta opinión era sostenida entre
otros por pensadores como el español Jerónimo Castillo de Bobadilla, quien en Política para corregidores y señores de vasallos, 1597, sostenía que
“el arte de gobernar las ciudades y repúblicas es ciencia real, que pertenece a
reyes”. Juan de Castilla y Aguayo, en El
perfecto regidor, 1586, defendía que aquel que aspirara a ser un buen
regidor debería tener una educación universitaria. 2. Cervantes vivió una época
en la que la “vieja idea de que gobernar es juzgar” se enfrentaba a la nueva de
“gobernar es administrar”. Esta última enlaza con los principios de La Razón de
Estado. Los que propugnaban esta forma de gobernar, consideraban que las
decisiones del Estado están por encima de cuestiones morales y éticas. Pues
debe prevalecer el statu quo que asegura el predomino del poder administrativo,
frente a consideraciones morales y juiciosas o de sentido común. Para
estos pensadores, en la España del XVI y XVII, con conflictos políticos y
religiosos, se imponía esta forma de gobernar. Otros sostenían que la forma de
gobernar debe estar regida por principios éticos y religiosos. Tal es el caso
del jesuita Pedro de Ribadeneira, quien en 1595, en el Tratado de la religión y virtudes que debe tener el príncipe cristiano para
gobernar y conservar sus estados condena la Razón de Estado y le da la
primacía a la religión y a las preocupaciones morales.
“Cervantes
estaba claramente de lado de quienes defendían la vieja noción de la naturaleza
ética del gobierno” (Luis R. Corteguera).
De lo anterior se infiere el programa de gobierno de Sancho: “Pienso favorecer
a los labradores, guardar las preminencias a los hidalgos, premiar a los
virtuosos y, sobre todo respeto a la religión y a la honra de los religiosos.
c) Otra
lectura consiste en ver el capítulo como una manifestación más del deseo de
Cervantes de exponer consideraciones sociales de la época. A finales del XVI y
principios del XVII, había muchos problemas económicos en España debido al auge
y decadencia de la economía influida por el oro de las indias. En el declive
económico, con una fuerte inflación, se forman muchos labradores ricos y
también aparecen muchos pobres que aspiran a poder comer como lo hacen los
ricos. Sancho sería en este caso un ejemplo de este tipo de pobre labrador,
maltratado por el doctor Pedro Recio de Tirteafuera (Pierre Vilar: El tiempo del "Quijote") . En la ronda se ha encontrado con el jugador y
el mirón, con el joven ingenioso y con la doncella que se viste de hombre
porque quiere ver mundo. El primero y el último caso ponen de manifiesto
cuestiones sociales de la época. Al mirón, sin oficio ni beneficio, le ordena
que se marche de la ínsula, al jugador, que reparta parte de su dinero y, sobre
las casas de juego, se cuestiona su cierre. El caso del joven ingenioso pone de
manifiesto, una vez más, la técnica del humor cervantino en el libro, en este
caso con los tipos de respuesta que da el joven; consisten en, de una manera
rápida, contratacar a las preguntas que le hace el juez. Por último, el caso de
la joven doncella, con su rocambolesca historia de aislamiento, nos presenta “el
impulso femenino del deseo”, (Casalduero) tratado por Sancho como una cuestión
de “rapacería”, situándolo todo en la España de los Felipes, frente a la del
primer Renacimiento del XVI.
d) Hay que volver otra vez a insistir en la obra del corregidor o magistrado Castillo de Bobadilla, contemporáneo de Cervantes y autor de la obra Política para corregidores, que Muñoz Machado, en Cervantes, califica como "un tratado de ciencia del Estado". "Sancho ronda la ínsula con su vara para limpiarla de "todo género de inmundicia y gente vagamunda, holgazanes y mal entretenida porque...la gente baldía y perezosa es en la república lo mismo que los zánganos en las colmenas, que se comen la miel que las trabajadoras hacen". La frase anterior tiene sus precedentes en la Política para corregidores. Muñoz Machado. op.cit. pág. 415.
Otro de los aspectos que destaca en este capítulo es sobre la igualdad ante la justicia "la ley no juzgaba igual al rico, pues cuando Sancho decide cerrar cierta casa de juego de la que habían salido riñendo dos hombre y dice que la va a cerrar, el escribano le advierte que no puede quitar cierta casa de juego, "porque la tiene un gran personaje". Muñoz Machado. op.cit. pág. 416
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