Después de comer con Tosilos,
Sancho fue hasta donde estaba don Quijote. Se encontraba bajo la sombra de un
árbol; allí, como moscas a la miel, le
acudían y picaban pensamientos” (Prov.
la expresión “como moscas a la miel”, es una forma de exagerar la atracción que
se siente por algo o alguien). Iban desde el desencanto de Dulcinea, al
enamoramiento de Altisidora, pasando por la transformación del Caballero de los
Espejos en Sansón Carrasco. Dado que don Quijote se interesó por el estado
sentimental de Altisidora y Sancho le había respondido que cómo era posible que
estuviera indagando ahora en los pensamientos amorosos de la doncella, don
Quijote le respondió que “mucha
diferencia hay de las obras que se hacen por amor a las que se hacen por
agradecimiento”. Añadió que un caballero andante no debe ser desagradecido,
haciendo referencia a los tocadores que ella le regaló; también afirmó que
cuando Altisidora lo maldijo cuando se marchaba fue porque estaba enamorada,
pues “las iras de los amantes suelen
parar en maldiciones”. Le recordó a Sancho lo desagradecido que era con
Dulcinea porque no se azotaba y éste le replicó que no entendía que el azotarse
tuviera que ver con los desencantos de los encantados, pues esto era como decir
“Si os duele la cabeza, untaos las
rodillas” (Refr. “en ocasiones el remedio que se aplica a un problema es
disparatado).
Iban con estas pláticas caminando
cuando llegaron al lugar donde se encontraron con las bellas pastoras de la
fingida Arcadia y fueron atropellados por los toros (2. LVIII). Se le ocurrió entonces a don Quijote que el
año de retiro de la caballería andante lo debería pasar, junto con Sancho,
dedicado a la vida pastoril. A Sancho le pareció bien, y además de ellos dos, se podrían incorporar el bachiller, el barbero e incluso el cura. Se
inventó don Quijote los nombres que tendrían que adoptar: “pastor Quijótiz” y
“pastor Pancino”, para él y para Sancho; Carrascón, para el bachiller, Niculoso, para el barbero y Curiambro, para el
cura. Le pareció bien la idea a Sancho. También planteó el ponerle nombre a las
pastoras y Sancho le contestó que a su
mujer la llamaría Teresona, por su gordura, pero no buscaría nombres para las
de los otros pastores porque “no ando a
buscar pan de trastrigo por las casas ajenas” (prov. “buscarse líos”; el
mejor pan es el de trigo). Respecto a la pastora del bachiller, si quisiere tenerla, “su alma en su palma” (“el verá lo que
hace”). Se imaginó a continuación los
instrumentos musicales que oirían en esa nueva vida: gaitas zamoranas,
tamborines, sonajas, rabeles (instrumento musical, de hechura como el laúd, compuesto de tres cuerdas, se toca con arco y tiene un sonido muy agudo), albogues (especie de flauta, generalmente de madera, caña o cuerno, propio de juglares y pastores)
Animado en la conversación, don
Quijote dio muestra de sus conocimientos filológicos, examinó los nombres que empiezan
por al y las que terminan en i y dijo que eran arábigos. Sancho se sintió fascinado por ese mundo
pastoril y aseguró que haría cucharas polidas (cucharas finas), migas, natas, guirnaldas y
zarandajas pastoriles. Comentó que su hija podría llevarles la comida al hato (sitio donde están los pastores), pero
tuvo dudas porque era de buena presencia
y podría despertar lascivia entre los pastores. Añadió una serie de refranes en
relación con lo anterior como: “quitada
la causa, se quita el pecado”, “ojos que no ven, corazón que no quiebra” (“que
no sufre”) ”más vale salto de mata que
ruego de hombres buenos” (refr. más vale una buena retirada que todos los
buenos consejos”).
Le reprendió don Quijote por el
abuso que hacía de los refranes, utilizando otro refrán: “castígame mi madre, y yo trompógelas”. (“te lo digo una y otra
vez, y tú ni caso”). Esto da lugar a que Sancho le responda “Dijo la sartén a la caldera: Quítate allá,
ojinegra” (refr. “se ven los defectos ajenos, pero no los propios”). Volvió don Quijote a amonestarlo, diciéndole: “yo traigo los
refranes a propósito, y “vienen como
anillo al dedo” (prov. “oportuno y adecuado en un momento concreto” ) porque
“los refranes son sentencias breves,
sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabio, y el refrán
que no viene a propósito antes es disparate que sentencia”.
Se hizo de noche; “Cenaron tarde y mal”; Sancho pasó la noche
durmiendo y su amo, velando.
Comentario
Después de la derrota de don
Quijote por Sansón Carrasco, el Ingeniosos Hidalgo vive una crisis espiritual.
Ya no puede pensar en nuevas aventuras. Las ideas no lo dejan vivir: “como moscas a la miel, le
acudían y picaban pensamientos”: son aquellos recuerdos que más le afectaron
cuando estuvo en el palacio de los Duques. Se los trajo la presencia de
Tosilos. De estos recuerdos destacan los que más le han hecho sufrir: el estado
encantado en que se encuentra Dulcinea y el sufrimiento que dijo tener su
enamorada Altisidora porque él se marchaba. Don Quijote le preguntó a Sancho que
si Tosilos le había referido algo de Altisidora. Sancho, desazonado porque
había perdido las esperanzas de ser conde, le espetó lo de ¡Cuerpo de mí!.
¿está vuestra merced ahora en términos de inquirir pensamientos ajenos,
especialmente amorosos?.
Las iras de Altisidora le
trajeron los sufrimientos de Dulcinea. Solamente los puede evitar Sancho, dándose los azotes, según dije en el resumen. Don
Quijote le agradece su decisión “de ayudar a mi señora, que lo es tuya, pues
tú eres mío”. Estas últimas palabras justifican la opinión del licenciado
Martín González de Cellorigo: “No parece sino que se han querido reducir estos
reynos a una república de hombres encantados que vivan fuera del orden
natural”. (Pierre Vilar, El tiempo del Quijote).
Dice Cervantes que mientras caminaban
llegaron al sitio en que fueron atropellados por los toros y se encontraron con
las bellas pastoras. Don Quijote no se acuerda de los toros, pero sí de la
fingida Arcadia en la que pueden pasar tranquilamente los días sin preocuparse
de los trabajos cotidianos de la vida. No tienen que trabajar para comer, pues
la naturaleza les otorga de todo. A Sancho le gusta la idea por el tipo de vida
regalada. Piensa en los amigos de su pueblo y don Quijote de inmediato les pone
nombre. Previamente don Quijote, para responder a su nueva circunstancia vital
le ha propuesto a Sancho el cambio de nombre, llamándose él, pastor Quijótiz, y
Sancho, “pastor Pancino”. Según el profesor Avalle Arce en, en “El último episodio pastoril de don Quijote de 1615”, el cambio de
nombre “obedece al viejísimo ideal onomástico de que el nombre debe definir al
individuo”.
Después de explicarle a Sancho el
nombre de “albogues” y de las palabras que empiezan por al y las que
terminan en i, vuelve don Quijote al tema del amor y en especial a “las
pastoras de quien hemos de ser amantes”, dice : “Yo me quejaré de ausencia; tú
te alabarás de firme enamorado; el pastor Carrascón, de desdeñado, y el cura
Curiambro, de lo que él más puede servirse, y, así, andará la cosa, que no haya
más que desear”. Las anteriores quejas de amor, eran las viejas fórmulas
del amor cortés, que, “tamizados por el petrarquismo”, llegan a Cervantes (Avalle Arce).
El cervantista Carlos Romero Muñoz cuando comenta este capítulo, pone el acento, entre otros temas en "el escarnecimiento sinuoso que Cervantes hace a su enemigo Avellaneda, desde que encontró en 2.LXII, en la visita a la imprenta de Barcelona, la Segunda parte del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, compuesto por un tal vecino de Tordesillas. Si en el falso Quijote vemos a un "caballero desamorado, protagonista de una fea y descarada mondonguera de Alcalá de Henares, llamada Cenobia, don Quijote va a continuar enamorado de Dulcinea y pidiéndole a Sancho que se azote para desencantarla.
Por último, por boca de Sancho,
se trae un tema que era muy tratado en la Literatura de la época: el de la
ciudad y el campo. Se introduce a través de la perspicacia de Sancho en creer
que el físico de su hija despertaría la lujuria de los pastores cuando fuera a
llevarles la comida al hato, porque “suelen andar los amores y los no buenos
deseos por los campos, como por las ciudades, y por las pastorales chozas, como
por los reales palacios”. Cervantes, por boca de Sancho, nos está diciendo que
el mal está por todas partes. Lo que no se encuentra en todas partes es el
bien, creación del hombre con ayuda de Dios” ( Casalduero).
También es interesante el punto de vista el punto de vista de Cervantes sobre los refranes:; "sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros sabios".
De lo anterior podemos sacar una apostilla para cervantistas.El profesor y maestro de cervantistas Américo Castro, en El pensamiento de Cervantes, dice: "Mal Lara, en su Filosofía vulgar, traduciendo a Erasmo, manifiesta una razón que tiene dignidad, que sacada de los misterios de la filosofía, representa cuanto se sabía de la antigüedad". Américo Castro. El pensamiento de Cervantes, pág. 194
Una vez más el ilustre cervantista, manifiesta su punto de vista sobre la influencia de Erasmo en Cervantes. " En resolución, los refranes están en Cervantes como un tema legado por el humanismo, e igualmente influido por un concepto básico sobre la naturaleza . La conexión con Mal Lara, eco de Erasmo, subraya el sentido con que aquí aparece esa manifestación de la natural sabiduría de los pueblos ...su significación en Cervantes ha de percibirse históricamente y a la luz de las características generales de su pensamiento "Américo Castro, op.cit. pág. 195
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