El haberse
entretenido con Ricote le impidió a Sancho llegar aquella noche al palacio de
los duques. Cuando se hizo de noche, en vez de continuar, se apartó para descansar,
con tan mala fortuna que cayeron él y el rucio en una sima. Pensó que sería el
final, pero cuando tocó suelo, comprobó que se encontraban bien los dos. Empezó
Sancho a lamentarse comparando el estado en el que estuvo cuando era gobernador
y el que tenía ahora, decía en su lamento “…
cuán no pensados sucesos suelen suceder a cada paso a los que viven en este
mundo miserable!. Compara su suerte con la de don Quijote cuando cayó en la
Cueva de Montesinos y saca como conclusión las diferencias entre los dos. Don
Quijote estuvo contento y satisfecho por las visiones que tuvo; él, triste y
desolado por los sapos y culebras (referida a la frase tragar sapos y culebras: las muchas dificultades que le esperan) que verá. Le pide perdón al rucio por haberlo
llevado hasta allí y le implora que ruegue a la fortuna que los saque de allí,
prometiéndole que si eso ocurriera le pondría una corona de laurel en la cabeza
y le daría los piensos doblados. (le dará doble ración de pienso; la corona de laurel, por referencia a los poetas, la podemos interpretar como la alusión a engalanar el rucio con ramas y flores, como se hacía con las caballerías en algunas fiestas)
Daba voces en
vano, pues nadie lo oía. Buscó en las alforjas del rucio y sacó un trozo de
pan, se lo dio, diciéndole que lo tomara porque “los duelos con pan son buenos” (Sancho adapta el refrán “Los
duelos con pan son menos”: cualquier cosa mala se supera con abundancia de
bienes).
Se dio cuenta
Sancho que en una de las paredes de la sima había un hueco por el que apenas
cabía una persona. Se introdujo y fue a parar a una larga galería, por cuyo
techo entraba un rayo de sol. Volvió y, con una piedra amplió el agujero y sacó
al asno. Continuaba Sancho lamentándose de lo accidentado de la sima, temiendo
que bajo sus pies se abriera otra y cayera en más profundidad, en otras
ocasiones se consolaba diciéndose el refrán: “Bien vengas mal, si vienes solo” ( una desgracia no suele venir
sola).
Don Quijote se
estaba preparando en el campo para enfrentarse a Tosilos. En una de las
carreras que le dio a Rocinante se aproximó a una cueva de la que salían los
lamentos de Sancho, llamándose “desdichado desgobernado gobernador”. Don
Quijote pronto lo identificó, pero creyó que estaba muerto y era su alma en
pena la que pedía auxilio. Se ofreció a ayudarle con sufragios (obras buenas, es decir, con misas que se aplicaban por las almas del purgatorio) porque lo mismo socorría “a
los vivos que a los muertos”. Sancho reiteró que estaba vivo, que había dejado
el gobierno de la ínsula y que anoche cayó en la sima en la que estaba.
Don Quijote
fue al castillo de los duques, les contó lo que le había ocurrido con Sancho y
se trajo unas cuerdas con las que los sacaron. Cuando salió, un estudiante que
lo vio dijo que así deberían de salir del gobierno todos los malos
gobernadores: como salía Sancho, muerto de hambre y sin dinero. Sancho que lo
oyó, le replicó que en su gobierno en la ínsula ni había hecho cohechos ni cobrados derechos ( no
había sacado ningún provecho de forma ilícita), que no se merecía salir así,
pero que “el hombre pone y Dios dispone (el
logro de las aspiraciones depende, a veces, de imponderables) y Dios sabe lo mejor y lo que está bien a
cada uno, y cual el tiempo, tal el tiento (hay que adaptarse a las
circunstancias y el momento) y nadie
diga “de esta agua no beberé” (nadie diga que no hará lo que otra persona
por mucho que lo critique), que adonde
se piensa que hay tocinos, no hay estacas (las apariencias engañan). Don
Quijote le dijo que no se enojara, que lo importante era vivir con la
conciencia tranquila y que “es querer
atar la lengua de los maldicientes lo mismo que querer poner puertas al campo”
(es imposible ponerle límites a lo que no lo admite).
Llegaron al
palacio de los duques y después de acomodar al rucio en la cuadra, se presentó
diciéndoles “fui a gobernar vuestra ínsula Barataria , en la cual entré desnudo, y desnudo me hallo: ni pierdo ni gano (hay que conformarse cuando no se saca
provecho de determinadas situaciones), que aunque había pasado hambre había
administrado justicia, que cuando dejó la ínsula cayó en una sima de la cual
había salido gracias a don Quijote y que en la ínsula había aprendido que no
estaba hecho para el gobierno. Renunciaba a cualquier otra ínsula y se ponía al
servicio de su señor don Quijote.
Los duques
ordenaron a sus criados que atendiesen en todo al molido y peor parado Sancho
Panza.
Comentario
El capítulo de
la caída de Sancho en la sima ha sido considerado por la crítica desde los
siguientes puntos de vista:
a) El profesor Alfonso Rey destaca en este capítulo la evolución intelectual de Sancho, provocada por el desengaño que ha sufrido en el gobierno de la ínsula, esto lo hace más reflexivo y sentimental, puesto que valora más la compañía de don Quijote; Sancho olvida sus ambiciones, pero ello no supone abandonar a su amo.
b) Como
lectura deconstructiva que Cervantes realizó del Romance de la Derrota de do
Rodrigo y del Romance de la Penitencia. Esto es lo que encuentro en el artículo del profesor de la Universidad de París XII Pierrete Pellen Barde, en Sancho Panza
en la sima: un avatar de la penitencia de Rodrigo. El autor parte de la tesis
de las diferencias que encuentra entre la pérdida de la ínsula por parte de
Sancho y la pérdida de España y su posterior lamento por parte del Rey Rodrigo,
en los romances del mismo nombre. En el
caso del romance de la penitencia del Rey Rodrigo, se trata de un rey vencido,
que santificado por su pena y una muerte voluntaria, encuentra su liberación,
poniéndose a disposición de Dios en el cielo. Por otra parte, Sancho, también
destronado, ha caído en la sima y encuentra su liberación aferrándose a la vida
y poniéndose a disposición de su señor don Quijote. “El destronamiento carnavalesco de Sancho y
el caos burlesco de su caída y de su salvamento le permiten a Cervantes
expresar su vena cómica,- recordemos cómo se denomina así Sancho: “desdichado
desgobernado gobernador”-.
En el tema de la
Fortuna inconstante hay ecos de concomitancia en las palabras de Sancho cuando
cae en la sima y los versos del Romance de la derrota: ¿Quién dijera que el que ayer se vio
entronizado gobernador de una ínsula, mandando a sus sirvientes y a sus vasallos,
hoy se había de ver sepultado en una sima…?. El Romance de la derrota dice: -Ayer era rey de España, / hoy no lo soy de
una villa; /ayer villas y castillos, /hoy ninguno poseía; / ayer tenía criados/
y gente que me servía, / hoy no me queda una almena / que pueda decir que es
mía//.
“Cervantes, a
través de este desilusionado gobernador, ha rendido homenaje a uno de los más
bellos ciclos del Romancero” (Pierrette
Pellen Barde)
c) Desde
un punto de vista existencial entendemos las lecciones que Sancho ha aprendido de
su experiencia en la ínsula:
c.1 Se ha
conocido a sí mismo y ha sabido que no
sirve para gobernador: “el haber
aprendido que no soy bueno para gobernar…y que las riquezas que se ganan en
tales gobiernos son a costa de perder el descanso y el sueño”. Esto se lo dijo
a Ricote en el capítulo anterior. Esta idea la vuelve a reiterar cuando le
cuenta a los duques su experiencia de gobierno: no desea más ser gobernador, no
ya de una ínsula, “sino de todo el mundo”.
c. 2. La Fortuna
es inconstante.
c.3. Que siempre va a haber gente que critique la
labor de gobierno: pero lo importante es tener la conciencia tranquila, pues ha
gobernado sin hacer cohecho
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