Cuando Sancho llegó a donde
estaba la duquesa, ésta le invitó a que se sentara a su lado; él manifestó cierta
perplejidad; pero ella insistió en que se sentara como gobernador y hablara como
criado.
Antes de que Sancho empezara a
hablar le preguntó la duquesa que por qué le mintió a don Quijote cuando le
dijo que le había entregado la carta a Dulcinea y que la había visto ahechando
trigo, comentándole también que dichas
mentiras eran impropias de un fiel escudero. Sancho, después de
comprobar que nadie los oía, le contestó que si le había dado a entender que
Dulcinea estaba encantada era porque estaba loco de remate, aunque a veces
hablaba con mucha discreción. Oído lo anterior, la duquesa, dialogando consigo
misma, expresó su temor a darle el gobierno de una ínsula a un escudero que seguía
a un amo loco y mentecato, porque “el
que no sabe gobernarse a sí ¿cómo sabrá gobernar a otros?. Le replicó
Sancho que tenía razón en pensar de ese modo, pero él quería serle fiel hasta
el final y nunca se apartaría de su lado. A continuación ensartó una serie de
refranes con el claro propósito de que lo nombraran gobernador:
a) A veces, lo que parece un progreso puede
ser muy perjudicial y por lo tanto no le importaría nada quedarse sin la
ínsula: “Por su mal le nacieron alas a las hormigas”( se dice para significar que algo bueno y ventajoso de por sí puede a veces ser motivo de desgracia para quien lo posee) “Tan buen pan hacen aquí
como en Francia (Lo que se posee puede ser tan bueno como lo mejor que se
pueda imaginar); “Y yo he oído decir que
detrás de la cruz está el diablo” (Sancho quiere expresar que es sincero y no un hipócrita)
b) Todos los hombres somos
iguales: “al dejar este mundo y meternos
la tierra adentro por tan estrecha senda va el príncipe como el jornalero, y no
ocupa más pies de tierra el cuerpo del Papa que el del sacristán, aunque sea
más alto el uno que el otro, que al entrar en el hoyo todos nos ajustamos y
encogemos o nos hacen ajustar y encoger” ( los refranes anteriores insisten en la idea igualdad de los hombres frente a la necesidad y la muerte)
c) No hay que fiarse de las
apariencias: “No es oro todo lo que
reluce”; “Entre los bueyes, arados y coyundas sacaron al labrador Bamba para
ser rey de España”.
Apoyó los refranes de Sancho la
dueña doña Rodríguez. La duquesa después de oírlo le confirmó que la palabra
que le había dado el duque, se cumpliría y Sancho sería gobernador,
encargándole que ejerciese bien su cargo. Le contestó que era una persona
caritativa y compasiva, además de que no se dejaría fácilmente engañar,
apoyándose en: “A quien cuece y amasa no le hurtes la hogaza”; “soy perro viejo y
entiendo todo tus, tus ( Es una variante del refrán “A perro viejo no hay
tus, tus” (A quien conoce bien las cosas no se le engaña con buenas palabras). Le
manifiesta que rápidamente aprendería a gobernar y la duquesa le contesta que
llevaba razón pues “de los hombres se
hacen los obispos, que no de las piedras”.
Convence la duquesa a Sancho de
que el que vive engañado es él, pues ella sabe con certeza que aquella
labradora que Sancho vio era Dulcinea, que había sido encantada. Sancho asume
lo que la duquesa le dice y acepta la explicación de don Quijote cuando le dijo
que había visto a Dulcinea en la Cueva de Montesinos. Le comunica que, según el
bachiller Sansón Carrasco, en el libro que ya anda por ahí, nadie quiere mal a
Sancho, tiene buena fama y como ha oído decir a don Quijote “más vale el buen nombre que las muchas
riquezas”. Insiste Sancho en que le den el gobierno, a lo que la duquesa
contesta que lo que ha dicho son buenas sentencias y, como dice el refrán, “debajo
de mala capa suele haber buen bebedor” (una mala apariencia puede esconder
algo de valor)
Sancho no captó el sentido
irónico de la duquesa y le contestó que nunca se había emborrachado, pero que
siempre había respondido al brindis de un amigo. Ella lo envió a descansar, marchándose él con
la esperanza de conseguir el gobierno de la ínsula; Sancho le suplicó que se
tuviera buena cuenta de su rucio, porque era “la lumbre de sus ojos”. Le respondió
la duquesa que lo cuidaría como si fuera
suyo y lo pondría en “las niñas de sus ojos”; él le replicó que ni su él ni su asno
merecían tal atención, pues, “en las
cortesías antes se ha de perder por carta de más que de menos, en las jumentiles
y asininas (en las cortesías relativas a jumentos y asnos) se ha de ir con el compás en la mano y con
medio término.
Se volvió a reír la duquesa con
las explicaciones de Sancho y se marchó a contarle a su esposo la conversación
y a preparar las burlas que le harían a don Quijote.
Comentario
El capítulo viene enmarcado por una
crítica a la etiqueta y cortesía social. En su inicio, Sancho manifiesta cierta
perplejidad a sentarse junto a la duquesa, recordándonos con esto el tema del
cuento que contó en el capítulo XXXI. Termina con una crítica a los cumplidos
sociales, advirtiendo Sancho que “en las cortesías jumentiles y asninas se ha
de ir con el compás en la mano y con medio término”. Si interpretamos asininas
como asnales o, como hace el profesor Martín de Riquer, como “nimias” o insignificantes, hemos de
entender que se ridiculizan las costumbres sociales y al mismo tiempo nos
enseña cómo debemos comportarnos en nuestras relaciones con los demás.
El núcleo del coloquio tiene como
temas el engaño y la astucia en el gobierno. La duquesa le pide a Sancho que le
explique por qué en la primera parte del Quijote, ya publicada, dice que
encontró a Dulcinea encantada. Recordemos que en el capítulo anterior don
Quijote nos dio a entender que Dulcinea es un ideal que le permite vivir.
Reside en el mundo de los sentimientos y mueve su voluntad. Sancho le miente
porque lo considera un loco y tiene que seguirle la corriente; pero también
porque tiene esperanza de conseguir la ínsula. Tanto Sancho como don Quijote se
mueven por ideales. La del primero, basados en el altruismo. La del segundo, en
la ilusión por salir de la pobreza. Tanto Sancho como don Quijote dicen ¡No
puedo más!, pero tienen que seguir.
Si la aspiración de Sancho es
transformar su ideal en realidad, ahora tiene el momento de conseguir la ínsula
y todos sus argumentos se apoyan en la retahíla de refranes con el propósito de
convencer a la duquesa de que tiene astucia para no dejarse engañar. Sin
embargo, volviendo al tema del encantamiento de Dulcinea, la duquesa le hace
creer que Dulcinea está encantada, diciéndole que “el buen Sancho, pensando ser
el engañador es el engañado”. Sancho no quiere contradecir a la duquesa y
también le sigue la corriente, afirmando que era verdad lo que don Quijote vio
en la cueva de Montesinos. Por lo tanto, al final, ¿quién engaña a quién?. Creo
que cada uno se mueve por lo que le interesa. La duquesa quiere que se mantenga
la burla; Sancho, la ínsula
El hispanista y catedrático de la Universidad de Cambridge Anthony J Close, cuando comenta los capítulos 33, 34 y 35 de la 2ª parte en la edición del Instituto Cervantes, disiente de las interpretaciones que en el siglo XX se han dado de los síntomas de frivolidad que la crítica ha hecho de los duques, toma como referencia la afirmación de Benegeli: "tiene para sí ser tan locos los burladores como los burlados". La tesis que defiende Close es que los duques son lectores entusiastas de la crónica de Benengeli: "las burlas que hacen a don Quijote y Sancho son una muestra directa y creativa de renovar el placer de la lectura, y por eso mismo constituyen un acto de homenaje"
Trabajazo. Muy muy elaborado. Enhorabuena.
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