Después de las tristes músicas
aparecieron por el jardín, en procesión doce dueñas repartidas en dos hileras
de seis; vestían con tocas blancas y los rostros cubiertos por velos negros. En
medio de ellas venía la condesa Trifaldi dándole la mano al escudero Trifaldín
de la Blanca Barba. El vestido de la Trifaldi, llevado por tres pajes, vestidos
de luto, terminaba en tres puntas. Por
esta razón, la llamaban la condesa de las tres faldas o Trifaldi, también
conocida como condesa Lobuna o Zorruna, por criarse en su condado lobos y
zorras.
Se acercó la comitiva a donde
estaban los duques, don Quijote y
Sancho. Los primeros salieron a recibir a la Trifaldi; cuando llegó se puso de
rodillas y, dirigiéndose a ellos, preguntó por el “acendradísimo caballero don
Quijote de la Manchísima y su escuderísimo Panza”. Este último contestó con los
mismos superlativos, diciéndole que la “dolorísima dueñísima” pidiese lo que
considerase; pues el mismísimo “don Quijotísimo” y él se convertían en sus
“servidorísimos”. Se presentó don Quijote y le dijo que se ponía a su servicio,
pues su ocupación consistía en ayudar a los necesitados. Se arrojó a los pies
de don Quijote, enalteciendo su persona y manifestándole que de él dependía el
remedio a su desgracia. También le pidió a Sancho que intercediera por ella
ante su dueño.
Los duques se reían de la buena
actuación de la Trifaldi.
A continuación la dueña Dolorida
contó cuál era su preocupación. Según ella, en el famoso reino de Cendaya,
vivía la infanta Antonomasia, heredera del trono e hija de la reina Maguncia,
viuda del rey Archipiella; esta princesa estuvo a su cuidado desde muy pequeña.
Cuando llegó a la edad de catorce años, se hizo una hermosa mujer, admirada y
solicitada por príncipes nacionales y extranjeros. Quiso la fortuna que un galante joven de la
corte, llamado Clavijo, famoso por saber
tocar la guitarra, componer versos y hacer jaulas de pájaros se enamorara de
ella. No la hubiera conseguido si no hubiese sido por su mediación como dueña,
pues con requiebros, pequeños regalos y canciones, logró que le abriera las
puertas de la alcoba de la princesa. Se lamentó Dolorida, de lo tonta que había sido y de la
locura que cometió. Fruto de la misma fue el que la misma dueña cayó en los brazos de Clavijo y el embarazo de Antonomasia. Se
arrepintió de ello, prometiéndose que en todos los negocios de esta tipo en los
que interviniera iría por delante el matrimonio. Éste se consiguió en este
caso, pero con gran desacierto por el diferente linaje que entre uno y otro
había. El astuto Clavijo consiguió un documento firmado por la princesa, e
intervenido por la dueña, en el que Clavijo pidiese por esposa a la princesa en caso de quedar embarazada. Como esto se produjo, pidió por esposa a Antonomasia, ante
el vicario. Comprobado por éste el documento y confesado por la princesa, mientras se hicieron las diligencias, el vicario la
mandó depositar en casa de un alguacil de corte muy honrado (el alguacil era un funcionario a las órdenes del alcalde; depositar a una mujer era dejarla en custodia fuera del domicilio paterno). Sancho intervino
para decir que de lo que había oído se podía deducir que “todo el mundo es uno” (Los problemas que conllevan las dueñas son
comunes en todos sitios).
Comentario
La idea de que “Cervantes creía firmemente que la literatura
tenía que ser didáctica, que no solamente tenía que entretener y producir un
placer estético, sino que también tenía que educar” (D. Eisenberg), se muestra
también en este capítulo en el que prosigue la farsa en el palacio de los
duques.
En esta escena trágico -cómica la
Dueña Dolorida cuenta una historia celestinesca, impropia de su categoría. En
su discurso se manifiesta arrepentida por haber utilizado los sentidos para
atacar la pureza de la infanta Antonomasia( Casalduero). Las dueñas, como quedó demostrado
en el capítulo anterior, estaban muy mal vistas por los moralistas y la
sociedad general de la época. Había toda clase de dueñas, de nivel inferior y
superior. Las de este nivel son descritas por Covarrubias en el Tesoro de la
Lengua como “…en palacio llaman dueñas de honor a personas principales que han
enviudado, y las reinas y las princesas las tienen cerca de sus personas en sus
palacios” . Pues bien, contra éstas también
arremete Cervantes en esta escena satírico burlesca:
a) Doce
dueñas, repartidas en dos hileras con tocas y monjiles blancos de delgado canequí,
con el rostro cubierto “con unos velos negros y no transparentes”
b) Se
ridiculiza la presentación de La Dolorida, percibiéndose claramente el efecto
cómico de la misma: Tras ellas venía la condesa Trifaldi, “vestida de finísima
y negra bayeta negra sin frisar (sin alisar), que si estuviera alisada,
descubriría un grano tan grande como un garbanzo “de los buenos de Martos” (Martos
es un pueblo de la provincia de Jaén). Trae el rostro cubierto;
c) Tres
pajes, que sostenían tres faldas (“trifaldi”);
d)
La condesa espeta un discurso en el que con
ánimo de literaturizar su habla, muestra su vehemencia mediante el uso de
superlativos, tanto para adjetivos como para sustantivos: “acendradísimo”,“Manchísima”,
“escuderísimo”. Con el mismo propósito burlón los utiliza Sancho: “Quijotísimo”,
“dolorísima”. No olvidemos que Sancho sabe que su habla le cae muy bien a la
duquesa, por lo que procura intensificar la comicidad en la respuesta.
En el arrepentimiento de la
Dolorida, encontramos una de las ideas que Cervantes destaca en la obra: las relaciones
entre los hombres y las mujeres, cuando están basadas en el amor se dirigen al
matrimonio, como muy bien demuestra D. Eisenberg en “La interpretación cervantina del Quijote”. Después de contarnos
cómo por intermediación de ella, Clavijo se acostó con Antonomasia, exclama: ¡No,
no, eso no: el matrimonio ha de ir adelante en cualquier negocio de éstos que
por mí se tratare!
Cervantes nos vuelve a manifestar
el sentido educador del libro, a través de este formidable acicate de la
presentación y el discurso esperpéntico de la Trifaldi .
El profesor de la Universidad de Lyon cuando comenta este capítulo pone el foco de su comentario en dos aspectos: a) El tono burlón de Cervantes hacia el lenguaje de la dueña, especialmente por los superlativos que usa y la respuesta de Sancho usando el mismo lenguaje superlativo. El autor cree ver una burla de Cervantes a los autores de ficción por sus alardes de erudición ; b) Destaca el profesor Combet en su segundo aspecto del comentario cómo la dolorida había caído, a pesar de su edad, en las redes de Clavijo; ella fue quien le proporcionó sus entradas en la alcoba de Antonomasia y fruto de ello fue el "hinchazón de vientre" de la princesa: a consecuencia de ello, intervino la dueña en redactar un documento que exigiera el matrimonio de don Clavijo con la princesa.
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