Estaban contentos los duques
porque todas las burlas estaban saliendo como estaba previsto.
Sancho temía que don Quijote tuviese que marcharse al lejano reino de Cendaya a defender a la dueña Dolorida; con ello se podría poner en peligro la promesa del gobierno de la ínsula y, por lo tanto, recelaba
de la presencia de dueñas porque, como decía un boticario de Toledo, no traían
nada bueno; si además de enfadosas e impertinentes, eran doloridas como la
condesa “Tres Faldas o Tres Colas”, tanto peor.
Don Quijote le corrigió, argumentándole que ésta era diferente, pues era
condesa que servía de dueña a alguna reina o emperatriz, por lo tanto, tendrá
otra dueña que le sirva a ella y, además, venía de tierras lejanas.
Doña Rodríguez, que estaba en la conversación,
le advirtió a Sancho que no hablara mal de
las dueñas, porque si ellas pudieran serían condesas, pero al final se
impone el refrán: “allá van leyes do
quieren reyes” (Los poderosos acomodan las leyes a sus intereses). Le avisa también que tenga cuidado y no le
vaya a ocurrir como dice el refrán: “quien
a nosotras trasquiló, las tijeras le quedaron en la mano” (Quien ha
perjudicado a alguien, puede causar daños a otros). Sancho se daba cuenta de
que empezar a volver a discutir con doña Rodríguez no le interesaba, y contestó:
“será mejor no menear el arroz, aunque
se pegue” (Es preferible dejar de hablar de un asunto porque traería peores consecuencias seguir hablándolo). Doña Rodríguez, siguió defendiendo su profesión, argumentando
que los escuderos las envidiaban, sin embargo era difícil encontrar una dueña
que no tuviera alguna virtud. Apoyó la duquesa a doña Rodríguez, diciéndole que
tendría tiempo de demostrarles a todos, y especialmente a Sancho, lo equivocado que estaba el boticario. Sancho
contestó que lo suyo era el gobierno y que el asunto de las dueñas no le
importaba.
Se detuvo el coloquio dueñesco
cuando oyeron el pífano y los tambores anunciando la llegada de la dueña
Dolorida. Le comentó la duquesa al duque la conveniencia o no de salir a
recibirla. Sancho se adelantó y contestó que estaría bien recibirla por lo de
condesa, pero no por lo de dueña. Le increpó don Quijote por entrometerse en la
conversación a lo cual contestó que se metía en las cosas de cortesanía porque
en tales cosas,, “tanto se pierde por
carta de más como por carta de menos” (Es conveniente dar a cada uno el
tratamiento que le corresponde) y “ a
buen entendedor pocas palabras bastan” (La persona inteligente comprende
fácilmente lo que se le quiere decir). Apoyó el duque las palabras de Sancho,
argumentando que verían a la condesa y por el aspecto sacarían la atención o el
respeto que le darían.
Comentario
El tema del capítulo es el
coloquio dueñesco entre Sancho y doña Rodríguez., convertido en una sátira
sobre las dueñas. Recordemos que no era
la primera vez en que se enfrentaban los dos por esta cuestión.
Las dueñas en la literatura de la
época eran definidas por sus chismorreos y habladurías. Cervantes, en El celoso
extremeño, nos dice: “Oh, dueñas, nacidas y criadas en el mundo para perdición
de mil recatados y buenas intenciones”.
También Quevedo, en Epitafio a una
dueña, que también puede ser de todas”, la acusa de: “Más necia y presumida
que un dichoso,/ más amiga de pícaros que el coso,/más engañosa que el primer
manzano; / más que un coche alcahueta/…
Las viudas, que estaban
desamparadas, frecuentemente ejercían de celestinas. Los moralistas y la
sociedad en general de la época, las trataban de mantener bajo alguna vigilancia.
En el coloquio, tanto Sancho como
doña Rodríguez, hablan de la servidumbre que ejercen las dueñas; don Quijote
confunde a estas dueñas con las menesterosas de los libros de caballerías. Este
es el humor que se establece en la sátira.
A Sancho, no le interesa seguir
por el camino del enfrentamiento. Su interés es el de conseguir el gobierno, de
ahí el refrán: “será mejor no menear el arroz, aunque se pegue”.
El profesor de la Universidad de Lyon, Louis Combet, cuando comenta este capítulo lo hace poniendo el foco de su cometario en dos aspectos: a) El malestar de Sancho porque teme que don Quijote tenga que marcharse a defender a la dueña Dolorida y por lo tanto, "esta señora pudiera poner algún tropiezo a la promesa de mi gobierno". Si don Quijote se marchaba él, como su escudero tendría que acompañarlo. Sancho quiere atenerse a lo concreto y seguro, de acuerdo con el refrán ya comentado de más vale un toma que dos te daré. b) El siguiente aspecto de su comentario se centra en el aspecto folclórico y la mala prensa que tenían las dueñas: se les trataba de ociosas, maldicientes, lascivas y en algunos casos de medianeras) ; este tema folclórico lo utiliza Cervantes para crear una "ilusión realista"
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