miércoles, 28 de diciembre de 2011

SEGUNDA PARTE. CAPÍTULO XXXVI: CARTA DE SANCHO A TERESA. LA EMBAJADA DE TRIFALDÍN





El espectáculo del desencanto de Dulcinea lo había preparado un mayordomo de los duques. Participó él mismo en el desarrollo, tomando el personaje de Merlín.

Al día siguiente, la duquesa le preguntó a Sancho que si había empezado a darse los azotes para conseguir el desencanto de Dulcinea. Le contestó que sí; al preguntarle que con qué se los había dado, le dijo que con la mano.  Le regañó y le exhortó a que fuese más duro con la penitencia, advirtiéndole que: “La letra con sangre entra” (Nada se consigue sin esfuerzo); No se va a dar la libertad de Dulcinea por tan bajo precio; Las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente no tienen mérito ni sirven para nada”. Aceptó Sancho sus deseos y le pidió algún tipo de disciplina con la que se flagelaría convenientemente. A continuación le dijo que llevaba una carta escrita para su mujer, Teresa, en la que a manera de como escriben los gobernadores, le decía todo lo que había ocurrido desde que se apartó de ella.

Se iniciaba la carta con la frase: “Si buenos azotes me daban, bien caballero me iba: si buen gobierno me tengo, buenos azotes me cuesta”(El significado del refrán, “si buenos azotes me daban…”el castigo importa poco si a pesar de ello se obtiene un beneficio”). Le comunicaba que se iba a azotar para desencantar a Dulcinea, pero que no se lo dijera a nadie, pues como dice el refrán “pon lo tuyo en concejo, y unos dirán que es blanco y otros que es negro” (cada uno te dará una opinión diferente). También le decía que tenía muchos deseos de ser gobernador porque así obtendría dinero, “porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con este mismo deseo”. Le mandaba muy buenos recuerdo de parte de la duquesa y le pedía que se los devolviera con creces, como le había enseñado don Quijote, pues no hay cosa que menos cueste ni valga más barata que los buenos comedimientos”. Se despedía de ella asegurándole que cuando fuera gobernador conseguirían riquezas.

Cuando la duquesa leyó la carta le dijo a Sancho que no estaba de acuerdo con algunas de las cosas que manifestaba;  destacó la codicia con la que pensaba gobernar y le advirtió que “la codicia rompe el saco (el ansia de obtener una ganancia mayor, malogra el bien que se poseía) y el gobernador codicioso hace la justicia desgobernada, así como no querría que orégano fuese (espero que no salga como lo piensas). Le contestó Sancho que modificaría en la carta lo que ella considerara, pero ella la dio por buena, mostrándosela al duque, el cual  se alegró mucho por los mensajes que Sancho enviaba.

Se fueron a comer a un jardín y, en la sobremesa, oyeron el triste sonido de un pífano ( Flautín de tono muy agudo usado en las bandas militares) y los roncos redobles de un tambor.  De inmediato aparecieron cuatro hombres vestidos de negro. El último era más grande que los demás e iba completamente enlutado y con un antifaz (un velo); cuando se lo quitó, mostró una larga, blanca y poblada barba. Se presentó ante el duque como “Trifaldín (el nombre deriva trufar: engañar y burlar) el de la Barba Blanca”, escudero de la condesa Trifaldi, por otro nombre “la dueña Dolorida”. Informó de la llegada de su señora, que había viajado a pie y “sin desayuñarse”, desde el reino de Candaya (país imaginario que Cervantes sitúa en Ceilán, al sur de la India) para solicitar la ayuda de don Quijote. Autorizó el duque su entrada y realzó la generosidad, amparo y ayuda que ofrecía el caballero manchego, cuya fama había llegado a tierras tan lejanas. Saltaba de gozo don Quijote y comentó que le hubiese gustado que estuviera presente el cura que el otro día lo ofendió; a continuación, demandó que entrara doña Dolorida y que le pidiera lo que quisiera, pues pondría a su disposición la fuerza de su brazo y la intrepidez de su espíritu.



Comentario

En este capítulo son de destacar los siguientes hechos:

a)      Las admoniciones de la duquesa a Sancho, advirtiéndole que se ha de flagelar con más intensidad si quiere liberar a Dulcinea. Una de las frases que le dice es “que las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente no tienen mérito ni sirven para nada”. Esta frase fue censurada en la edición de Valencia de 1616, y el Índice expurgatorio del cardenal Zapata (1632) mandó borrarla de cualquier otro y no volvió a aparecer hasta la edición de 1863. La razón de la censura viene dada porque quisieron ver en ella una influencia de Erasmo, ya que el realizar acciones que no dejan huella en el que las realiza, denota una fuerte hipocresía. Américo Castro, dice al respecto lo siguiente: “A medida que la Contrarreforma iba estrechando sus mallas, resaltaba más el peligro de afirmaciones como ésas, que en último término menguaban el valor de las obras visibles, campo sobre que actuaba esencialmente el catolicismo cada vez más desligado de cuanto afectaba al estado íntimo del individuo, raíz de todos los peligros para la vida tradicional de la Iglesia”.

b)      La carta de Sancho. Con ella vemos aspectos de la vida social, en especial la codicia: “De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros”; la posición social: “Has de saber, Teresa, que tengo determinado que andes en coche, que es lo que hace al caso, porque otro andar es andar a gatas”; la envidia: “Mujer de un gobernador eres: ¡Mira si te roerá nadie los zancajos!” (Sancho le sugiere que nadie se atreverá a criticarla); la opinión de las gentes: “Pon lo tuyo en concejo, y unos dirán que es blanco y otros que es negro”.

c)        Una escena más de la farsa que se representa en el palacio de los duques. En este caso, una farsa dentro de otra, pues es sabido que los duques encargaron a sus sirvientes el montaje de la fantasmagoría teatral, que a su vez ellos fueron desarrollando, según su propia creatividad. En esta escena, en los siguientes términos: un son tristísimo a base de pífano y tambor; dos hombres vestidos con largas telas de luto, redoblando tambores cubiertos de negro; un hombre negro, que tañe el “pífaro”; otro hombre de talla gigantesca, portador de un descomunal “alfanje de guarniciones y vaina negra”, y larga y blanquísima barba. Todos marchan con prosopopeya y compás.
El profesor de la Universidad de Lyon, Louis Combet, cuando comenta este capítulo, pone el foco en los siguientes temas: a) La carta de Sancho a Teresa: revela la ambición de Sancho: hacer dinero y subir en la escala social; pero también refleja el apego que Sancho siente por su pequeña familia; su mujer,  su hija e incluso su burro.  b) El siguiente aspecto en el que se centra es el espectáculo de la llegada de Trifaldín, un anciano que se presenta como escudero de la dueña Dolorida, que acaba de regresar del lejano reino de Cendaya. Este es un tema básico de las novelas de caballerías: la  dama que necesita el amparo de un caballero andante; don Quijote, entusiasmado accede a su petición

2 comentarios:

  1. Buenas tardes. No sé dónde comentarlo exactamente, elijo este capítulo al azar. Quería agradecerle este blog. Estoy preparando unas oposiciones muy importantes para mí y el Quijote es uno de los temas principales. Su blog me está ayudando enormemente. ¡Muchas gracias por su gran trabajo!

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    1. Te deseo mucha suerte. Gracias por tu atención.

      José G. González Molina

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