Aquella mañana se levantó Sancho
y volvió a sufrir la crudeza de la dieta del doctor Pedro Recio de Tirteafuera
porque sólo le permitía desayunar un
poco de conserva y cuatro tragos de agua fría. Hambriento como estaba, tuvo
que juzgar el siguiente caso: Unos jueces han oído hablar del talento que
reflejaban sus sentencias. A ellos se les ha presentado un caso y no saben qué
decidir. Mandan a un mensajero para que le plantee a Sancho el problema y diga la
solución. En un lugar, cuatro jueces velaban para que se cumpliera una ley que
a la entrada de un puente decía: “El que cruce este puente debe jurar adónde va
y a qué va. Si lo que ha jurado es verdad, le deben dejar pasar; si es
mentira debe morir en la horca”. Un hombre juró que, por el juramento que
hacía, iba a morir en la horca. El hombre cruzó el puente y lo jueces
reflexionaron sobre el juramento que había hecho, habían llegado a la siguiente
conclusión: si el hombre dice que va a morir en la horca es porque no ha dicho
la verdad y por lo tanto debe morir; pero como dice que va a morir en la horca,
dice la verdad, y por lo tanto, debe quedar libre: le piden a Sancho que dé su opinión sobre cómo deben los jueces actuar ( la pregunta que se formula a Sancho pertenece a un tipo de paradojas o aporías que han venido planteándose desde los orígenes de la filosofía griega). Sancho argumentó que había
las mismas razones para condenarlo que para salvarlo, por lo tanto lo debían
dejar pasar libremente, “pues siempre es alabado más el hacer el
bien que el mal” y don Quijote ya le había aconsejado que “cuando la justicia estuviese en duda me
decantase y acogiese a la misericordia”. El mayordomo se admiró de su sabio
entendimiento y dio orden de que se le diese de comer lo que le apeteciera.
Después de comer llegó una carta
de don Quijote y, Sancho le mandó a su secretario que la leyese. Le decía don
Quijote que le daba gracias “al cielo
porque del estiércol sabe levantar los pobres, y de los tontos hacer discretos”.
A continuación le sigue dando consejos: “el
buen adorno de la persona que está puesta en graves cargos ha de ser conforme a
lo que ellos piden…Vístete bien, que un palo compuesto ( adornado, arreglado) , no parece palo…
Para ganar la voluntad del pueblo que gobiernas, entre otras has de
hacer dos cosas: la una, ser bien criado con todos (agradable con todos); y la otra procurar la abundancia de los
mantenimientos, que no hay cosa que más fatigue el corazón de los pobres que el
hambre y la carestía.
No hagas muchas pragmáticas, (decretos),
y si las hicieres, procura que sean buenas, y sobre todo que se guarden y
cumplan, que las pragmáticas que no se guardan lo mismo es que si no lo fuesen.
Sé padre de las virtudes y padrastro de los vicios. No seas siempre
riguroso, ni siempre blando, y escoge el medio entre estos dos extremos.
Consuela a los presos; es coco (asusta) a los carniceros, que por entonces igualan los
pesos (pesan correctamente).No te
muestres …codicioso, mujeriego ni glotón; porque en sabiendo el pueblo y los
que te tratan tu inclinación determinada, por allí te darán batería (te
atacarán).
Escribe a tus señores y muéstrateles agradecido, que la ingratitud es
hija de la soberbia”.
Terminaba la carta don Quijote diciendo
que pensaba dejar pronto aquella vida ociosa, a pesar de que los señores le han
propuesto un negocio, pero él quería seguir siendo fiel a su profesión, según “Amicus Plato, sed magis amica veritas”
(Platón es amigo, pero es más amiga la verdad, es decir, hay que actuar de acuerdo con la verdad, no siguiendo las amistades o conveniencias)
Sancho respondió inmediatamente,
por medio de su secretario. Le dice que
está muy ocupado, pues no tenía tiempo, según él, ni para rascarse la cabeza;
le comenta el hambre que pasa, debido a las dietas del doctor Pedro Recio,
natural de Tirteafuera; le pide que evite problemas con los duques porque
repercutiría en su gobierno y, por último, que le cuente cómo están su mujer,
su casa y sus hijos.
Terminada la carta empezó Sancho
a dictar unas ordenanzas sobre el buen gobierno que consistieron en prohibir la
especulación con los alimentos de primera necesidad; moderar los precios,
ponerle tasa a los salarios; prohibir los cantares lascivos y las coplas de
ciego que cantaban milagros. Creó un alguacil de pobres, no para que los
persiguiese, sino para que comprobasen si en realidad lo eran.
Estas buenas ordenanzas se
guardan en la ínsula con el nombre de “Las
constituciones del gran gobernador Sancho Panza. (La mayoría de estas disposiciones, comenta Francisco Rico, tiene paralelos en la legislación de la época ).
Comentario
Para el historiador Jean Marc Pelorson, en la lectura que hace de este capítulo, todas estas medidas se corresponden con las que el jurista español del siglo XVI Jerónimo Castillo de Bobadilla, vinculado a la Universidad de Salamanca, recomendaba a los corregidores reales para hacer respetar las leyes vigentes, castigar los fraudes de los comerciantes, garantizar el orden público, desenmascarar a los pobres fingidos...etc
En el capítulo se prolongan las buenas
prácticas de Sancho, sus sabios consejos y ordenanzas sobre el buen gobierno,
en clara concordancia con El Reloj de Príncipes, de Antonio de Guevara, 1529
que, por supuesto, Cervantes conocía. A Sancho, como juez, le presentan una variante de la célebre
paradoja de Epiménides, también conocida como paradoja del mentiroso. Sancho
recurre para resolverla a principios de moral cristiana: cuando la justicia
estuviese en duda, decántate por la misericordia, recordando el consejo de su
mentor.
A partir de aquí continúa don
Quijote proponiéndole consejos en la línea de los que antes le dio. Termina con
las ordenanzas que aparecen en sus famosas Constituciones del gran gobernador
Sancho Panza.
Uno de los estudios que encuentro
más significativos sobre la visión que Cervantes tenía del derecho y que sirve
para explicar su sentido de la justicia, es el del profesor Enrique Viñó Undabarrena en, Cervantes y su vocación al Derecho. El
autor sostiene la tesis, y demuestra, que “A través de la ironía y la sátira, Cervantes
realiza una premonición hacia una más depurada realización humana de la
justicia”. Cervantes enfoca la justicia desde la moral cristiana.
Las ordenanzas que Sancho mandó
que se guardasen en la ínsula reflejan según el historiador, miembro de la Real Academia de la lengua R. del Arco y Garay, en La sociedad española en la época de
Cervantes, la armonización de las directrices del Concilio de Trento, 1563
y las que el Consejo de Castilla dictaría en 1620, es decir cinco años más
tarde de la publicación de la 2ª parte, para observancia de las reformas de las
costumbres pedidas por el Concilio de Trento.
Su programa reformador se
concreta en las siguientes normas:
1. Se
prohíbe especular con los alimentos de primera necesidad. Parece ser que la
reventa era práctica habitual en la época y estaba relacionada con la usura y
el lucro indebido. “…ordenó que no
hubiese regatones de los bastimentos en la república”. Los regatones hacían
venta por menor de bastimentos o provisiones básicas para el sustento de la
ciudad. Sobre esto dictó el Consejo de
Castilla “No vendan por las calles, ni por las tiendezuelas los que puedan
trabajar…los regatones son ladrones públicos, castíguense como tales.
2. Se
autoriza el libre comercio.-“Se ordenó que pudiesen meter en ella (en
Barataria) vino de las partes que quisiesen, con aditamento que declarasen el
lugar de donde era, para ponerle el precio según su estimación, bondad y
valor”.
3. Control
de precios:” Desde un punto de vista distinto al de Viñó Undabarrena, el catedrático e hispanista de la Universidad de la Sorbona Pierre
Vilar, en El tiempo del Quijote,
dice: “Duras realidades las del año 1600. En la cumbre de la gran subida de los
precios del siglo XVI, en la que España ha marchado a la cabeza, el alza se
exaspera repentinamente. El trigo andaluz pasa de los 430 maravedís por fanega
en 1595 a 1401 en 1598; el trigo castellano, de 408 en 1595 a 908 en 1598”. Con
este panorama parece lógico pensar en una mínima intervención en la economía,
lo que hoy en día llamaríamos economía mixta. En esta línea dice: “Moderó el
precio de todo el calzado, principalmente el de los zapatos, por parecerle que
corría con exorbitancia
4. Control
de salarios. La inflación había puesto los precios por las nubes. Pierre Vilar,
citando al catedrático de la Universidad de Cambridge Hamilton, dice: “Un hortelano de Castilla que cobraba 3470 maravedís
en 1599, percibe 9000 en 1603. De 1601 a 1603, el “salario real” del trabajador
español hace un salto en su historia.”. Con esas tasas de inflación, no es de
extrañar, que Sancho avanzara ideas sobre economía que se consideran necesarias
para ordenarla, tal y como ocurre hoy en día. Sobre el control de salarios dice: “Puso tasa
en los salarios, que caminaban a rienda suelta por el camino del interés”.
5. Sobre
costumbres: a) Los cantares lascivos y de ciego. A estas obras anónimas, que
tanta importancia tienen en los estudios de Bajtin, le dedicó también Sancho
una ordenanza diciendo: “…puso gravísimas penas a los que cantasen cantares
lascivos y descompuestos…; ordenó que ningún ciego cantase milagro en coplas si
no trujese testimonio auténtico de ser verdadero”. También fueron prohibidos
por las Ordenanzas de los Alcaldes de Casa y Corte, de 1585 ( Undabarrena).
Recordemos que el amo del Lazarillo “decía saber oraciones para muchos y
diversos efectos: para mujeres que no parían, para las que estaban de parto,
para las malcasadas”.
6. El
problema de la mendicidad: el alguacil de pobres. Era frecuente que pícaros se
hiciesen pasar por personas necesitadas, mostrando impedimentos físicos que
eran engañosos. Ya en las Cortes de Valladolid de 1555 habían solicitado que en
todos los pueblos hubiesen “padres de pobres para darles en que trabajen los que
puedan para ello, y los otros remedien y curen conforme a las provisiones e
instrucciones que para ello están dadas”. Con anterioridad, Luis Vives, había publicado en 1526 (De subventione pauperum (para la ayuda de los pobres), una obra que tuvo influencia en toda Europa y, por supuesto, en Cervantes: Muñoz Machado, op. cit. págs 426-435). Sancho se hace eco del problema: “Hizo y creó un alguacil de pobres, no
para que los persiguiese, sino para que los examinase si lo eran, porque a la
sombra de la manquedad fingida y de la llaga falsa andan los brazos ladrones y
la salud borracha”.
Estas
intuiciones cervantinas se perciben con mayor acuidad y transparencia cuando se
mira la economía del presente
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