Empieza el
capítulo el narrador pidiéndole al sol que lo alumbre en su ingenio para contar
ordenadamente el gobierno de Sancho.
Éste, acompañado
de su séquito llegó a un lugar cercado, de unos mil vecinos, que era uno de los mejores que el duque tenía (Como el señor del lugar, el Duque tiene en sus manos el poder civil y la administración de la justicia, a Sancho le corresponden las funciones de un alcalde), llamado la ínsula
Barataria. Los recibieron, con gran alegría, los insulanos acompañados del consejo
municipal; lo llevaron a la iglesia para dar gracias a Dios, le entregaron las
llaves del pueblo, lo nombraron gobernador perpetuo y posteriormente lo
llevaron al juzgado.
Sentado en la
silla, el mayordomo del duque le dijo que era costumbre preguntarle al
gobernador unas preguntas para que los insulanos valoraran el ingenio de la
respuesta. Un letrero en las paredes daba la bienvenida a don Sancho Panza. Sancho
rechazó el don, alegando que en todo su linaje, nunca lo tuvieron.
Entraron dos
hombres: un sastre y su cliente. Éste le había dado un trozo pequeño de paño
para que le hiciera tantas caperuzas como pudiera, pues pensaba que el sastre le quería engañar- Acordaron cinco, pero estas fueron inservibles inservibles por el tamaño. Se quejaba el sastre de que el cliente no le quería
pagar el trabajo realizado. Sancho sentenció que el sastre se quedara sin sus
honorarios y el cliente sin el paño, pues los dos habían actuado con malicia.
Las caperuzas se deberían llevar a los presos de la cárcel.
A continuación
entraron dos ancianos. Uno venía apoyado en un bastón de caña. El denunciante
decía que le había prestado al otro, diez monedas de oro y no se las había
devuelto. Se le pedía al juez que solucionara el problema. Sancho le pidió que
jurara que había devuelto las monedas. Le dejó el prestatario al prestador el
bastón de caña y juró que se las había devuelto. Sancho sospechó la verdad; pidió la caña y la
rompió. En su interior estaban los diez escudos que devolvió a su dueño.
Después entraron
una mujer muy alterada y un ganadero. Denunciaba ella que él la había violado y
pedía justicia. El respondió que venía de vender cuatro puercos, cuyo importe
casi se lo habían llevado los impuestos; en el camino se encontró con ella y,
después de haberle pagado, yogaron juntos (se acostaron). Lo traía ante el juez y lo
denunciaba por violación. Sancho le dijo al ganadero que le diese a la mujer el
dinero que llevaba encima. La mujer, con muchas zalemas (reverencias), salió del juzgado. Después
le dijo a él que fuese tras de ella y le quitase el dinero a la fuerza.
Intentó, pero no pudo, por lo que volvieron los dos al juzgado. Le pidió Sancho
la bolsa a la mujer y se la devolvió al hombre, diciéndole a ella que si
hubiese defendido su cuerpo como defendió la bolsa, hubiera sido imposible
hacerle lo que ella había contado.
El hombre le dio
las gracias y todos admiraron el buen juicio y las sentencias de Sancho.
Comentario
Entre las
posibles lecturas del capítulo destaco las siguientes:
a)
Estilística. Se inicia el capítulo con un
apóstrofe al sol, pidiéndole el autor que lo ilumine para narrar el gobierno de
Sancho. El pasaje del amanecer está descrito con un tono humorístico en el que
se mezcla la descripción mitológica hacha
del mundo, con el vivo exabrupto realista o grotesco de el meneo dulce de las cantimploras.
Otro de los rasgos estilísticos que la crítica ha
destacado es el perspectivismo lingüístico como demostró el catedrático de la Universidad de Viena, Leo Spitzer) en su estudio de la obra de Cervantes. Cuando Sancho llega a
su gobierno lo hace a “un lugar de hasta mil vecinos…Diéronle a entender que se
llamaba “la ínsula Barataria”, o ya porque el lugar se llamaba “Baratario” o ya
por el barato con que se le había dado el gobierno”. La ironía cervantina se
manifiesta en presentarnos las cosas reflejadas a través de un prisma. En el fragmento anterior nos ha dado
dos explicaciones de la misma palabra: la del regalo y engaño (“el barato”) y
la real o etimológica.
b)
El punto de vista esotérico. Así lo denomina el maestro de cervantistas y catedrático de la Universidad de Cambridge, Anthony Close, en Las interpretaciones
del Quijote. “Pertenecen a este grupo los que sostenían que el Quijote era
una sutil alegoría alusiva a la biografía del autor y la historia
contemporánea. Uno de los autores que lee el Quijote como una representación
cinematográfica del XVI es el catedrático de Ética de la Universidad de Barcelona, Tomás Carreras en Filosofía del Quijote”. Cuando analiza Los conocimientos jurídicos
de Cervantes dice lo siguiente: “Constituyen los casos expuestos, un archivo de
candor, de ingenio, de travesura poética, pero no arguyen ningún conflicto
serio de Derecho. Destejidos por los toscos personajes del Quijote, y rematados
espontáneamente por el juez Panza serán siempre bellos: aquellos mismos casos
atribuidos reflexivamente a Cervantes, empingorotados hasta la categoría de
hombre de leyes, y encargados de interpretarlas, no pasarán de una solemne
inocentada. Ni en broma es lícito hablar de la Jurispericia de Cervantes.
Nótese que es tan pobres de recursos el Manco en su improvisada función
jurispericial, que se limita a glosar por lo común unos cuentos populares.”
El catedrático de Filosofía José Antonio López Calleja en el artículo Filosofía del Quijote, revista El Catoblepas lo analiza desde el ámbito del Derecho Procesal, sostiene que en estos juicios se constatan
los siguientes caracteres: ”un exceso de juez, que se patentiza en la iniciativa
extraordinaria que se le otorga no ya para el ejercicio y apreciación de las
pruebas, sino incluso para la aplicación de la pena, procedimientos judiciales
sumarísimos, forma oral, instancia única y ejecución inmediata, todo lo cual
redunda en falta de garantías”
Enhorabuena por el blog, hoy he pasado un buen rato leyendo tus artículos y comentarios ¡Un saludo!
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