A todos les gustó el relato del cabrero Eugenio. El canónigo resaltó que el cura había dicho la verdad cuando dijo que los montes criaban letrados.
Don Quijote se le ofreció para ayudarle a sacar a Leandra del monasterio, cumpliendo con su misión de favorecer a los necesitados. El cabrero, que desconocía a don Quijote, quedó confundido al oírlo y ver el aspecto que tenía. Por este motivo preguntó quién era. El barbero se lo explicó, diciéndole que era don Quijote de la Mancha. El cabrero respondió que por su forma de hablar “debía tener vacío los aposentos de la cabeza”. Don Quijote se sintió molesto y le contestó diciendo que tenía mejor cabeza que jamás tuvo “la muy hideputa puta que os parió”.
No se quedó en esto don Quijote, sino que cogiendo un pan se lo lanzó al cabrero a la cara. Se enzarzaron en un remolino de mojicones y quedaron los dos con las caras ensangrentadas. Los que los miraban se reían y los azuzaban, sólo Sancho quería intervenir para ayudar a su amo, pero un criado del canónigo se lo impedía.
Estando en la refriega oyeron el sonido triste de una trompeta. Don Quijote le pidió al cabrero que detuvieran la pelea por una hora, dado que podría haber algún necesitado de sus favores. Prestaron atención y vieron una procesión de hombres vestidos de blanco, a modo de disciplinantes (penitentes encapuchados que en las procesiones se azotaban con cuerdas) que imploraban al cielo que lloviese.
Los disciplinantes traían en procesión una imagen de la Virgen María, vestida de negro. Don Quijote pensó que llevaban a una señora secuestrada y llamando a Rocinante, cogió su armadura y, haciendo caso omiso a todos, que le pedían que se parase, tomando la espada, se plantó delante de ellos y les dijo que dejasen en libertad a la hermosa y triste dama, que tanto iba sufriendo.
Los disciplinantes cuando lo oyeron empezaron a reír. Esto enfureció más a don Quijote y, cogiendo la espada se dirigió contra ellos. Uno de los que llevaban las andas en las que iba la Virgen, se enfrentó a don Quijote con la horquilla en la que descansaban las andas (tablero que, sostenido por dos varas paralelas y horizontales que llevan efigies de santos o de la virgen) Don Quijote se la partió con la espada, pero con el trozo de horquilla que le quedó le dio tal palo a don Quijote en el hombro que cayó al suelo como un muerto.
Todos los que acompañaban a don Quijote, corrieron a socorrerlo. La procesión de los disciplinantes, al verlos venir, creyeron que iban a por ellos; se aglutinaron en torno a la virgen. Los disciplinantes alzaron los capirotes (capuchas puntiagudas) y empuñaron las disciplinas; los clérigos, los cirios( vela de cera, larga y gruesa). Estando los dos batallones enfrentados y don Quijote golpeado y desmayado en el suelo por los golpes que se llevó, el cura que acompañaba a don Quijote conoció a otro cura de los que iban en la procesión y le explicó las razones del comportamiento de don Quijote.
Sancho lo creyó muerto y empezó a lamentarse diciéndole a don Quijote, ¡Oh humilde entre los soberbios y arrogante con los humildes, acometedor de peligros…imitador de los buenos, azote de los malos, enemigo de los ruines, en fin, caballero andante, que es todo lo que decir se puede!. Con las voces y gemidos, revivió don Quijote y le pidió a Sancho que lo pusiese en el carro encantado porque iba malherido y no podía subir sobre Rocinante, esperando poder realizar otra salida que fuera de más provecho.
Todos se volvieron a poner en marcha. Los disciplinantes continuaron en su procesión. Los acompañantes de don Quijote se separaron, pidiéndole el canónigo al cura que le informase de la salud de don Quijote.
Continuó el carro con don Quijote. Llegaron a su aldea a los tres días; era domingo y todos se apresuraron a ver lo que el carro traía. Un muchacho se lo dijo al ama y a la sobrina, éstas, con lágrimas y gritos, lanzaban maldiciones a los libros de caballerías.
También llegó la mujer de Sancho y de inmediato le preguntó por los regalos que les traía a ella y a su hija. Sancho le contesta que no trae regalos, pero "que no hay cosa más gustosa en el mundo que ser un hombre honrado escudero de un caballero andante buscador de aventuras". Que en la próxima salida esperaba poder hacerla condesa u ofrecerle alguna ínsula. Al desconocer ella el significado, Sancho le contestó que “no es la miel para la boca del asno”. (para qué te lo voy a explicar, si no lo vas a entender)
A don Quijote lo llevaron a su casa. El cura les pidió al ama y a la sobrina que procurasen que no se volviese a escapar. A su vez volvieron a maldecir a los libros de caballerías y a sus autores.
El ama y la sobrina se imaginaron que cuando don Quijote sanase se volvería a marchar. El autor de la historia quiso indagar en los hechos de la tercera salida, pero sólo pudo hallar vagas noticias en unos pergaminos encontrados en una caja de plomo en poder de un médico. Con esa vaga esperanza en la tercera salida pone Cervantes el fin de la Primera Parte de su genial novela
Comentario
El último capítulo se organiza en tres bloques en torno a la figura de don Quijote: a) La pelea con el cabrero; b) El enfrentamiento con los disciplinantes; c) El regreso a su aldea.
El enfrentamiento con el cabrero , Eugenio, nos recuerda el que tuvo don Quijote con Cardenio en su primera intervención en el capítulo 24. Si recordamos, cuando Cardenio se sintió ofendido por don Quijote, le lanzó “un guijarro que halló junto así y dio con él, en los pechos, tal golpe a don Quijote, que le hizo caer de espaldas”. En este capítulo es don Quijote quien se siente maltratado por el cabrero y “arrebató de un pan que junto así tenía y dio con él al cabrero en todo el rostro, con tanta furia que le remachó las narices”.
c) El enfrentamiento con los disciplinantes. Las procesiones basadas en creencias supersticiosas se han dado desde el siglo XV en España. Era frecuente realizar deprecaciones o plegarias, en algunas ocasiones acompañadas de disciplinas, que utilizaban los disciplinantes para flagelarse. Las disciplinas eran unos instrumentos hechos de cáñamo, con varios ramales, cuyos extremos o canelones son más gruesos y sirven para azotar. Estos azotes se los daban públicamente en las procesiones como un acto de fe. Goya, cuyo cuadro pongo al principio, los inmortalizó.
La escena resulta cómica: por una parte los que acompañan a don Quijote, acercándose a él al creerlo muerto; por otra, los disciplinantes, preparados con las disciplinas para hacerles frente.
Es de destacar también el perspectivismo lingüístico de Sancho cuando realiza el planto porque cree que don Quijote ha muerto a consecuencia del golpe que le da uno de los que portaban las andas con la horquilla. Este llanto de Sancho es doloroso para él y risible para los demás Ángel Basanta. Ed. del Quijote de la edit. Anaya. También merece resaltarse la apreciación hiperbólica de Sancho en torno al tiempo que lleva con don Quijote, después de la segunda salida, “hace poco más de dos semanas (17 días, según el cálculo de Vicente de los Ríos; Sancho da ocho meses” (A. Basanta).
c) El regreso de don Quijote a su aldea. Unamuno, al ver en el personaje el símbolo de la fe, destaca el desprecio que sienten hacia don Quijote, “al llevarlo a su aldea, al mediodía de un domingo, para mayor burla y chacota.”
En este mismo bloque vemos a un Sancho bastante quijotizado, pues adopta una postura superior hacia su esposa. Pasa de aprender con don Quijote a enseñar a su esposa, Juana Panza, polionomasia (diversos nombres con que aparece la mujer de Sancho) que es frecuente en el libro. Ya antes se le llamó Juana Gutiérrez y Mari Gutiérrez.
El capítulo termina planteando la continuación de la novela, El Quijote de 1615. Don Quijote saldrá con intención de ir a Zaragoza, pero luego dejará su ruta para ir a Barcelona y así dejar por mentiroso a Avellaneda, autor del apócrifo Quijote.
El catedrático de Literatura Medieval de la Universidad de Madrid, Francisco López Estrada, comenta este capítulo, que se nos presenta como cierre de la Primera parte y anuncio de la Segunda. Destaca las consideraciones que he señalado en el resumen: a) ofrecimiento de don Quijote para ayudar al cabrero y la pelea posterior entre los dos; b) el sonido de la triste trompeta de los disciplinantes que en procesión llevaban la imagen de la Virgen, implorando lluvia; c) la interpretación errónea que hace don Quijote, pensando que llevaban a una señora en apuros y la pelea con el disciplinante en la que don Quijote cae casi muerto al suelo por el garrotazo que le dio el disciplinante; d) la despedida de Eugenio sin que sepamos en que queda Leandra; e) el regreso de don Quijote a su aldea, quedando don Quijote desnortado y tendido en su cama.
Por último destaca lo que dice "el autor de esta historia", en el sentido de que no encuentra escritura auténticas del héroe, pero sí "memorias de Mancha". Destaca el profesor López Estrada los pergaminos hallados en los libros del Sacromonte de Granada, constan de 102 tablas que fueron identificas como el quinto evangelio que habría sido revelado por la Virgen en árabe. Esto, ha quedado demostrado que es falso; según Américo Castro, Cervantes se burla de los libros del Sacromonte. La primera parte termina con los académicos de Argamasilla, en la que sus miembros cantan la vida y muerte de don Quijote, Dulcinea , Rocinante y Sancho. Cervantes termina el libro con estas palabras: "con la esperanza de la tercera salida de don Quijote": tardará diez años en cumplirse.